Con la misma naturalidad con la que ha roto un tabú, demostrando que una mujer tiene el mismo derecho que un hombre a elegir una pareja más joven, Brigitte Macron va dándole forma y contenido a su medida al rol de primera dama. Sin estatus oficial pero con una carta de transparencia creada tras la elección del presidente de la República, Brigitte se ha hecho un hueco en el Elíseo y fuera de él.

Además de acompañar al presidente en sus viajes y ejercer de madrina en actos sociales o educativos, la esposa del presidente quiere que el arte tenga cabida en el 55 del Fauburg-Saint Honoré. Su objetivo, hacer del Elíseo un pequeño Louvre.

Pero tras su imagen pública hay una parte menos conocida sobre la que intenta arrojar luz la biografía no autorizada Brigitte Macron, la liberada, que hoy sale a la venta. Su autora es Maëlle Brun.

A través de 50 testimonios, la periodista repasa la infancia y juventud de la esposa del presidente. La benjamina de seis hermanos es descrita como una niña alegre que gozaba de una gran libertad y una adolescente dinámica, popular y con facilidad para crear pandillas. Una faceta que todavía mantiene, igual que la fascinación por los artistas. El pasado 25 de octubre escuchó a Mick Jagger, en pleno concierto de los Rolling Stones, decir «hay muchas estrellas esta noche. Patrick Bruel, Sylvie Vartan y Brigitte Macron».