La anodina campaña de las primarias de la izquierda francesa ha entrado esta noche en una etapa decisiva con el primer debate televisado de los siete rivales que pelean por encabezar el cartel electoral en las presidenciales de esta primavera.

El exprimer ministro Manuel Valls, los exministros Arnaud Montebourg, Benoît Hamon y Vincent Peillon, el ecologista François de Rugis,el eurodiputado Jean Luc Bennahmias, del Frente Democrático, y la única mujer en liza, Sylvia Pinel, del Partido Radical de Izquierda, respondieron durante algo más de dos horas a las preguntas de los tres moderadores centradas en economía, terrorismo y valores republicanos. Los aspirantes con más posibilidades de éxito son los cuatro primeros.

No hubo ni enfrentamientos ni grandes emociones. Todo transcurrió en una monótona cortesía. Valls, que asumió sin complejos las medidas más polémicas de su paso por Matignon y fue el único en defender el balance de Hollande, apareció algo tenso en la primera mitad del debate.

A Montebourg se le vio relajado y fue el más convincente de la noche, que estuvo dominada por los temas económicos en los que el ex ministro se mueve con soltura. Hamon, mientras, defendió con energía su propuesta estrella y la más criticada por sus adversarios: la creación de una renta universal.

Este tema y la denostada reforma laboral de Hollande focalizaron los escasos puntos de desacuerdo visibles durante el debate en el que todos salvo Valls se desmarcaron de la herencia que deja el presidente socialista. “Difícil de defender”, “incompleto” o “incomprensión” fueron algunas de las frases que se escucharon cuando se les pidió definir el balance del quinquenio.

Pese a ser de guante blanco, la batalla de este jueves no oculta las diferencias entre los principales aspirantes. Valls (54 años) encarna el ala más derechista del PS, tanto en materia económica como en temas de seguridad. Montebourg (54 años) fue el ‘rebelde’ ministro de Economía que criticó la deriva liberal de Hollande y fue expulsado del Ejecutivo en el verano del 2014. Y Hamon (49 años) defiende los valores tradicionales de la izquierda que pretende salvar con respuestas innovadoras e integrando los aspectos ecológicos.

POSICIÓN DIFÍCIL

Las primarias organizadas por el Partido Socialista se celebrarán en dos vueltas -el 22 y el 29 de enero- y sea quien sea el vencedor tendrá muy difícil alcanzar el Elíseo. Todos los sondeos sitúan al candidato socialista en quinto lugar en la primera vuelta de las presidenciales del próximo abril.

La batalla decisiva la librarán probablemente el conservador François Fillon y la ultraderechista Marine Le Pen. Dos electrones libres que acuden a las presidenciales sin pasar por la casilla de las primarias -el joven y liberal ex ministro de Economía Emmanuel Macron y el veterano izquierdista Jean Luc Mélenchon, líder de ‘La Francia insumisa’- complican aún más las cosas a los participantes en las primarias y fragmentan el voto de la izquierda.

Además de conjurar los malos augurios con llamamientos a evitar el derrotismo, como ha hecho Montebourg, en el debate todos los candidatos defendieron la unidad de la izquierda para intentar movilizar a un electorado que, a diferencia de las primarias celebradas por la derecha el pasado noviembre, teme ver a su candidato derrotado. El PS calcula que acudirán a las urnas entre 1,5 y 2 millones de ciudadanos.

“Aquí yo no tengo adversario y menos enemigos. Hemos venido a debatir ante los franceses para convencerles de que la izquierda todavía es útil”, ha dicho Valls, que se ha envuelto en la bandera de la experiencia y reiterado el lema de su campaña: “Una República fuerte. Una Francia justa”.

Montebourg, principal rival del ex primer ministro en la liza interna y conocido por su defensa del ‘Made in France’, ha prometido luchar contra los paraísos fiscales, la austeridad y los límites al déficit impuestos por Bruselas. Sin sorpresas, se ha erigido en adalid del patriotismo económico y de la Francia de los trabajadores.

Hamon, efímero ministro de Educación de Hollande, le pisa los talones a Montebourg y ha sido la revelación de la campaña, hasta el punto de que algunos medios creen que podría dar la sorpresa, como hizo Fillon frente al entonces favorito, Alain Juppé.

En cualquier caso, además de estar en juego las propias primarias, la pugna es también por imponer una línea en el Partido Socialista. Los ‘jóvenes leones’, como en su día bautizó el propio Montebourg al grupo formado por Hamon, Valls, Peillon y él mismo, aspiraban a desbancar a los ‘elefantes’ de la generación Hollande para competir por el Elíseo. Sin embargo, sus aspiraciones presidenciales coinciden con un partido al borde de la desaparición que se ve abocado a una larga travesía del desierto.