Los rumores ya habían empezado por la tarde, como cada viernes: esta vez sí que decretan la cuarentena como en los demás países. Este viernes pasará. La razón es simple: el Gobierno turco, desde hace años, siempre toma las decisiones importantes y de peso los viernes por la noche, cuando los mercados de divisas ya han cerrado y la lira, la moneda del país, ya no va a poder devaluarse más.

Así que cada viernes por la noche, durante el último mes, los goteos de noticias y prohibiciones han sido constantes: cierre de escuelas y universidades primero, prohibición de salir a la calle a los mayores de 65 y, luego, a los menores de 20.

Este viernes, el Ejecutivo de Recep Tayyip Erdogan dio un paso más allá: ha decretado un toque de queda de 48 ahoras. Durante este fin de semana, en las 31 mayores provincias del país, nadie puede salir a la calle. Solo podrán hacerlo panaderos, personal sanitario, farmacéuticos, policías, periodistas y algunas otras profesiones esenciales más.

Lo anunció a las diez de la noche el Ministerio del Interior turco en un comunicado que no especificaba absolutamente nada —la aclaración de qué establecimientos podrían abrir llegó una hora después—.

Y se desató el caos. A contrarreloj, porque a las doce de la noche nadie podría ya estar en la calle, miles de personas se lanzaron a comprar la comida que les faltaba en sus neveras, además de alcohol para hacer más llevadero el fin de semana y tabaco. La gente que hacía colas para comprar productos, de la tensión, no respetaba ni turnos ni distancia de seguridad. Se registraron, en todo el país, varias peleas para hacerse con el último paquete de yogur.

“La gente está en pánico, y lo encuentro normal, pero este pánico no es necesario —dijo el ministro del Interior turco, Süleymán Soylu, en una entrevista a la televisión estatal turca—. Esta no es una cuarentena normal. Terminará el 12 de abril [este domingo] por la noche”. Así, esta pequeña cuarentena de 48 horas no busca frenar el avance del covid-19, sino evitar que los turcos, en el primer fin de semana de buen tiempo del año, se lanzasen en masa a los parques. La jugada, seguramente, salió mal: los turcos se acabaron lanzando, pero a los supermercados.

“Las cuarentenas para luchar contra la pandemia no se deben imponer tan repentinamente —dijo el alcalde de Estambul, el opositor Ekrem Imamoglu—. No se nos informó del toque de queda y no se nos dejó claro qué servicios podrán ser dados mañana. Tomar decisiones unilateralmente solo sirve para crear pánico y confusión”.

Aumento de contagios y fallecimientos

Turquía, a día de hoy, tiene 47.029 casos positivos de coronavirus, una cifra que aún sigue aumentando exponencialmente cada día que pasa. El primer caso, de hecho, se registró el 10 de marzo, muchísimo más tarde que en España o Italia.

Los muertos, hasta la fecha, ascienden a los 1.006 oficiales, pero las asociaciones de médicos aseguran que esta cifra es tan solo la mitad de la real: que gente que muere de neumonía antes de recibir la prueba del covid-19 no es contabilizada en las cifras oficiales.

Erdogan se ha resistido, por el momento, a decretar una cuarentena nacional como lo han hecho muchos otros países. La intención del Gobierno turco es conseguir encontrar el equilibrio en la línea fina que marca la lucha contra el virus y evitar el parón económico, que sería, cree Ankara, catastrófico para la economía del país anatolio, muy mermada y con serios problemas de liquidez.