Michael Bloomberg tiene el dinero y el reconocimiento de su nombre pero ni una cosa ni la otra han sido suficientes para que los votantes en las primarias de 14 estados del Partido Demócrata le hayan dado un respaldo contundente. Con solo una victoria, en el territorio de Samoa, y resultados por encima del 15% que garantizan delegados en solo seis estados según los recuentos a la hora de escribir estas líneas, la cara apuesta estratégica del milmillonario empresario, filántropo y exalcalde de Nueva York se puede dar por fallida. Y lo es especialmente en una noche en que Joe Biden, el candidato por cuyo voto moderado competía Bloomberg, ha logrado delimitar la carrera como un duelo a dos con el progresista Bernie Sanders.

Aunque en su discurso en Florida cuando empezaban a conocerse los primeros resultados Bloomberg ha dado pistas de que seguirá adelante, no mucho después ha llegado un mensaje más críptico de su campaña que cerraba diciendo: nuestra prioridad número uno sigue siendo derrotar a Donald Trump en noviembre. También antes incluso de que acabaran las votaciones en el oeste, empezaban a aparecer informaciones de prensa atribuidas a fuentes anónimas de su campaña informando de que Bloomberg este miércoles revaluará si seguir en la carrera. Según algunas fuentes de Politico en la campaña, la decisión de retirarse es prácticamente segura.

El miércoles se plantea, así, como la hora de la verdad para un candidato que se ha saltado la ortodoxia de campaña. Decidió empezar a luchar en este supermartes, saltándose las cuatro primeras citas, y su participación en dos debates, una auténtica debacle en el primero, dio un indudable golpe a su imagen, también lastrada por la atención renovada a los elementos más polémicos de su historial, desde acusaciones de sexismo y discriminación hasta políticas racistas.

Si algo le daba opciones eran sus fondos sin parangón. Su largo historial de donaciones a causas políticas le granjearon apoyos de numerosos alcaldes y líderes. Sobre todo, y apoyado en una inmensa fortuna personal estimada por encima de los 60.000 millones de dólares, Bloomberg inundó a golpe de talonario los medios y las redes sociales con sus anuncios. Y con una inversión que de momento ha superado los 500 millones de dólares, creó también una potente maquinaria y su campaña cuenta con más de 2.500 empleados y mantiene una operación puntera de minado y análisis de datos y encuestas.

Su esfuerzo de organización se ha extendido por todo el país pero con el foco especialmente puesto en estados que serán clave en noviembre en la lucha con Donald Trump que Hillary Clinton perdió en 2016, como Michigan, Pensilvania o Florida. Siempre ha dicho que estaría dispuesto a poner a trabajar su mastodóntica operación para asegurar la victoria demócrata contra Trump, aunque él no fuera el candidato. Queda ahora por ver cómo navega en esta determinación los próximos días, si la probable retirada culmina, sobre todo, si conforme se alarga la lucha entre Biden y Sanders es el socialista democrático quien se hace con la nominación.