El caso de Rayshard Brooks no es, por desgracia, inusual en Estados Unidos: un hombre negro que nunca se presentó como una amenaza que el viernes pasado acabó muerto de dos balazos por la espalda de un policía en Atlanta. En un país sacudido desde hace semanas por una nueva conciencia ante la brutalidad y el racismo en las fuerzas del orden, no obstante, la búsqueda de la justicia se acelera. Este miércoles, la fiscalía del condado de Fulton, que ha asumido el caso de Brooks, ha anunciado 11 cargos contra Garret Rolfe, el agente blanco que le disparó, incluyendo el de homicidio conectado a otros delitos, por los que podría ser condenado a cadena perpetua o pena de muerte. El otro agente involucrado, Devin Brosnan, enfrenta tres cargos.

Brooks se había quedado dormido en su coche en la cola de comida de una hamburguesería. La policía llegó y le sometió a un control de alcoholemia en el que dio positivo. Durante más de 40 minutos habían mantenido una conversación cordial e incluso casi jovial según el fiscal Paul Howard, que ha asegurado que Brooks siguió cada instrucción, respondió cada pregunta.

Todo se aceleró cuando Rolfe fue a esposar a Brooks, sin informarle de por qué también según la fiscalía. En un forcejeo con los agentes Brooks arrebató a Brosnan la pistola eléctrica y echó a correr por el aparcamiento, llegando a apuntar con ella a Rolfe, que le perseguía. El agente sacó su arma de fuego y disparó tres veces. Dos de los tiros alcanzaron a Brooks.

NUEVOS DETALLES

Hemos concluido que en el momento en que fue disparado no presentaba una amenaza inmediata de muerte o de daño físico grave para el agente o los agentes, ha dicho el fiscal al anunciar los cargos. También ha dado nuevos detalles del incidente, por el que ya se despidió fulminantemente a Rolfe, se puso al segundo agente en baja administrativa y dimitió la jefa de policía de Atlanta.

Según ha explicado, Rolfe sabía que la pistola eléctrica que tenía Brooks no era funcional pues ya se había disparado dos veces, con lo que sabía que su vida no corría peligro cuando usó su arma de fuego. Además, según el fiscal, el policía habría dicho lo tengo y habría golpeado a Brooks cuando ya estaba herido en el suelo. Los agentes tardaron dos minutos y 12 segundos en prestar ayuda a Brooks.

ÁNIMOS INCENDIADOS

El caso había vuelto a incendiar los ánimos en Atlanta, donde se vivieron protestas como las de todo el país por el asesinato policial de George Floyd en Minneápolis y seis policías ya fueron acusados por el mismo fiscal de uso de fuerza excesiva contra dos jóvenes durante las manifestaciones. En el estado de Georgia, además, las tensiones estaban elevadas por otro caso, la muerte a manos de dos hombres blancos de un joven negro, Ahmaud Arbery, cuando hacía jogging. Sucedió en febrero pero no hubo arrestos e imputaciones hasta el mes pasado, cuando se publicó el vídeo de lo sucedido.

El anuncio de cargos contra Rolfe y Brosnan ha sido celebrado por la familia de Brooks y por muchos activistas mientras que ha sido rechazado como precipitado por líderes de sindicatos policiales. Horas después de que se produjera la policía de Atlanta reconocía que estaba teniendo más llamadas que de costumbre de agentes excusándose para no ir al trabajo en el turno del miércoles por la noche. Y la alcaldesa de Atlanta, Keisha Lance Bottoms, ha dicho en CNN que la moral en la policía de la ciudad se ha diezmado.