Al menos 38 combatientes hutis, entre ellos dos jefes militares, murieron en Saná, la capital del Yemen, tras un ataque aéreo de la coalición liderada por Arabia Saudí. El ataque, que se produjo el viernes pero del que informaron ayer medios saudís, tuvo como objetivo una reunión de los hutis en el Ministerio del Interior para organizar el funeral de Saleh al Samad, el número dos de los rebeldes que pereció el pasado 19 de abril en un bombardeo en la provincia de Al Hudeida (oeste). Ayer miles sus seguidores de Al Samad se concentraron en Saná para participar en los funerales.

Pocas horas después del bombardeo de la coalición, los rebeldes chiís, aliados de Irán, lanzaron ocho misiles dirigidos a «blancos económico y vitales» de la provincia saudí de Jizan, situada al sur del país. Las autoridades de Riad afirmaron que lograron interceptar cuatro de los proyectiles y que uno de sus ciudadanos murió como consecuencia del ataque.

La guerra en el Yemen, que estalló en marzo del 2015, ha causado más de 10.000 muertos y una crisis humanitaria de grandes dimensiones, según los informes de la ONU y de las oenegés que trabajan sobre el terreno.

Los bombardeos de la coalición, formada principalmente por países del Golgo Pérsico, son constantes y han tenido como objetivos, en la mayoría de las ocasiones, blancos civiles, como mercados o hospitales, y han acabado con la vidad de miles de personas.

Los hutis, por su lado, que dominan varias zonas del país tras expulsar del país al presidenteAbd Rabbo Mansur, han lanzado un centenar de misiles que apenas han ocasionados daños.