No es ni mucho menos la primera purga que acomete Donald Trump y a juzgar por los precedentes posiblemente no será la última pero la decisión del presidente de Estados Unidos de cesar al inspector general del Departamento de Estado está siendo más cuestionada que otras previas, incluso por republicanos, y también está colocando bajo unos incómodos focos al jefe de la diplomacia estadounidense, Mike Pompeo.

Trump anunció el cese de Steve Linick el viernes en una carta dirigida a la speaker demócrata de la Cámara Baja. Nancy Pelosi, una misiva en la que simplemente argumentó una "pérdida de confianza" en el inspector general, un cargo que se encarga en los distintos departamentos de EEUU de investigar las acciones y el funcionamiento de estos. Desde entonces, no obstante, han crecido las sospechas de la motivación, especialmente tras saberse que Linick estaba investigando a Pompeo.

Pompeo, recados y armas

Primero se reveló que Linick estudiaba si el secretario de Estado había estado encomendando a un cargo político de su Departamento, cuyo sueldo se paga con dinero de los contribuyentes, que le hiciera recados personales, desde pasear al perro como recoger ropa de la tintorería o hacer reservas en restaurantes para él y su esposa, Susan. Luego se supo que Linick también había abierto pesquisas sobre la decisión de Pompeo de saltarse al Congreso para poner en marcha con la Casa Blanca una venta de armas a Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos por valor de más de 8.000 millones de dólares.

Pompeo se ha tratado de defender diciendo que ni siquiera sabía que estaba bajo investigación, una argumentación poco convincente pues según CNN se había negado a sentarse con Linick para una entrevista sobre la venta de armas y ya incluso los demócratas en el Congreso abrieron el año pasado pesquisas sobre su supuesto uso de agentes de seguridad para recados personales (aunque luego abandonaron esa investigación). En unas declaraciones el lunes a The Washington Post, el secretario de Estado justificó que Linick minaba y no sumaba a la misión del Departamento.

Trump, machista

Trump, por su parte, defendió el lunes una decisión que cuadra con otros muchos pasos de tintes autocráticos que ha dado. Recordó que tiene derecho absoluto como presidente para cesar, dijo que en este caso lo había hecho a petición de Pompeo y añadió también que preguntó quién había nombrado a Linick y que cuando supo que fue Barack Obama, en 2013, dijo: lo cesaré.

El mandatario acusó a los demócratas y los medios de noticias falsas de estar creando un escándalo y ridiculizó la investigación como trivial. Quizá (Pompeo) estaba ocupado, negociando con Kim Jong-un sobre armas nucleares o con Xi Jinping. Regó sus comentarios, además, de declaraciones machistas. Prefiero que (Pompeo) esté en el teléfono con un líder mundial que lavando los platos quizá porque su mujer no está o sus hijos no están, ya saben, dijo Trump.

El mandatario también defendió la venta de armas a Arabia Saudí, que se logró con una declaración de emergencia nacional respecto a Irán en mayo del año pasado que evitó los límites que quería imponer el Congreso, especialmente preocupado entonces por la implicación de Riad en el asesinato del periodista Jamal Khashoggi y por su papel en la guerra de Yemen.

Críticas republicanas

Los demócratas en el Congreso quieren que se investigue el cese de Linick, para quien Trump nombró como sustituto en funciones a Stephen Akard. Este aliado del vicepresidente Mike Pence que ahora estaba en Estado a cargo de la Oficina de Misiones en el Extranjero, no obstante, no puede ser confirmado antes de 30 días desde el cese de su predecesor. Pero el cese de Linick, además, también ha incomodado a algunos republicanos.

Lo han criticado los senadores Susan Collins y Mitt Romney y Chuck Grassley, el conservador que preside el comité Financiero en la Cámara Alta, envió el lunes una carta a Trump pidiéndole que ofrezca una justificación antes del 1 de junio. Retirar sin explicaciones a inspectores generales podría tener un efecto desalentador en la comunidad de control y arriesga con reducir la cantidad, calidad, fidelidad y veracidad de sus informes, advirtió en la misiva Grassley.