Los chilenos eligen hoy presidente con el corazón en la boca. La segunda vuelta electoral incorporó un inesperado dramatismo en un país acostumbrado a la previsión. El magnate Sebastián Piñera y el periodista Alejandro Guillier, los candidatos de la derecha y el bacheletismo, no despiertan grandes pasiones. Ganará finalmente el que sea considerado el mejor de los males menores. Si es que los encuestadores no vuelven a equivocarse, la batalla promete ser muy igualada.

Piñera no imaginó una situación tan incierta. El multimillonario pensaba que ganaría la primera vuelta del 19 de noviembre con un 45% de los sufragios. Pero se quedó en un 36% y puso en peligro su retorno al palacio de la Moneda. Guillier cosechó el 22,69%. Sin el 20% de los que hace casi un mes se inclinaron por Beatriz Sánchez, la abanderada del izquierdista Frente Amplio, en cierto sentido la versión chilena de Podemos, será muy difícil cantar victoria para la derecha.