La Constitución de 1980 que el dictador Augusto Pinochet hizo a imagen y semejanza comienza a escribir su epitafio. El Gobierno de derechas y la oposición, de centro a sectores de izquierda, acordaron convocar a una consulta popular cuyo horizonte final es la redacción de un nuevo texto fundamental. El consenso fue fruto de arduas discusiones en el Congreso a lo largo de más de dos días. Los legisladores deliberaron acaloradamente con la presión de la calle de trasfondo, casi un mes después de que estallara el país, murieran 22 personas y otras miles resultaran heridas o arrestadas. La protesta contra el alza del billete del metro terminó siendo apenas el síntoma de un reclamo mayor que encuentra en la Carta Magna uno de los temas medulares. La represión de la Policía militarizada (Carabineros) irrumpió delante de los ojos de las multitudes como la otra «herencia» del régimen militar que busca dejarse atrás. El plebiscito debería celebrarse el primer cuatrimestre de 2020. La población tendrá además que resolver a través del voto el mecanismo que conducirá a la Nueva Carta Magna: una «convención mixta constitucional», compuesta por parlamentarios y ciudadanos electos, o una «convención constitucional» cuyos integrantes surgirán del sufragio en octubre del año venidero.