Del olimpo de la sostenibilidad al fango del fraude. El célebre megaautobús chino apunta a ídolo caído apenas una semana después de su mediático viaje de prueba. Hoy permanece escondido tras una estructura metálica mientras las dudas sobre su viabilidad se acumulan, los gobiernos locales marcan distancias y emergen preocupantes cuestiones sobre su financiación. El goteo de acusaciones no llega esta vez de la prensa extranjera sino de la oficial, tradicional trovadora de los avances tecnológicos chinos. El futuro delTEB-1 (siglas en inglés del autobús elevado de tránsito) parece sombrío seis años después de que figurase entre los 50 mejores inventos de la revista 'Time' y su creador fuera encumbrado por el 'New York Times'.

Sus 22 metros de largo, casi cinco de alto y ocho de anchura le permiten avanzar sobre los vehículos del asfato, según se vio en la prueba celebrada el martes de la semana pasada en Qinhuangdao (provincia de Hebei). Pero ese trayecto recto de apenas 300 metros es insuficiente para despejar las preguntas. Su dificultad ya obligó años atrás a científicos chinos a aparcar el proyecto, ha desvelado un experto en Planificación Urbana de la prestigiosa Universidad de Tsinghua. Un problema evidente del autobús (aunque su desplazamiento por raíles le acerca más al tren) es cómo suministrarle electricidad, según un científico citado por el diario 'Global Times'.

El también llamado 'Batie' necesitaría de obras ambiciosas para instalar un tercer raíl de alimentación en unas ciudades ya saturadas de infraestructuras. Otra cuestión elemental es cómo un armatoste de ese tamaño tomará las curvas. Y después está la altura: sería necesario el alisamiento concienzudo de las calles para que los pasos elevados, árboles u otros objetos no lo trabaran. Su inventor, Song Youzhou, repite estos días que esos retos ya están pensados.

PRUEBA EXPERIMENTAL

Song no ha recibido mucho apoyo de los organismos oficiales, preocupados por mancharse en un asunto cada vez más turbio. Las autoridades de Qinhuangdao, una ciudad ignota antes de que los focos globales la apuntaran el pasado martes, aseguran que no han recibido ninguna solicitud para la aprobación del TEB-1, que lo ignoraban todo sobre la prueba experimental reciente y que ya han prohibido las futuras. Otras ciudades han desmentido supuestos acuerdos de colaboración con la firma.

Si algún día 'Batie' llega a trascender al actual prototipo, no será pronto. El millar de unidades anuales que el Grupo Huaying pretende construir parecen quiméricas si se le echa un ojo a lo que debía ser la fábrica de Zhoukou, en el centro del país. Las fotografías muestran un secarral en el que las ovejas arrancan los escasos brotes verdes. "Levantaron un escenario. La gente que subió vestía de forma muy elegante. Parecía que era un gran día, pero no hemos visto más actividad desde entonces", ha recordado un pastor sobre la firma. La falta de aprobación del estudio de impacto medioambiental frena las obras, según las autoridades locales.

La distancia entre los planes y la realidad han motivado que la prensa nacional especule con la estafa financiera. El diario 'Beijing News' asegura que la compañía ha alardeado del apoyo oficial al proyecto para atraer a cientos de inversores con una suma mínima de un millón de yuanes (135.000 euros) y un retorno anual del 14%. La casuística bancaria china señala que esos intereses desembocan en fraude. La misma compañía ya había sido sancionada en el 2015 por financiación ilegal y el miedo entre los inversores se ha disparado estos días.

El superautobús chino supondría la cuadratura del círculo: un vehículo eléctrico contra los atascos y la contaminación que no reduce la movilidad ciudadana. La compañía pretende colocar medio millón de unidades en el mundo. El primer ministro indio, Narendra Modi, ya ha preguntado por él. España, México y Argentina ya han encargado unidades, según Song. "No hemos hecho nada mal. La última prueba muestra que el diseño es completamente viable", ha insistido el inventor.