Vladimir Putin, presidente ruso, certificó esta semana que las relaciones chino-rusas pasan por “el mejor momento de la Historia”. Angela Merkel, su homóloga alemana, enfatizó el miércoles los fortalecidos lazos con Pekín para sobrellevar estos tiempos convulsos. Las promesas de amistad con Pekín, antes simples fórmulas protocolarias tras la firmas de contratos jugosos, suenan hoy veraces.

Los problemas perduran: a Moscú le inquieta que las antiguas repúblicas soviéticas del Asia Central basculen hacia Pekín y Berlín tiene justificados lamentos por las barreras al mercado chino y las violaciones de derechos humanos. Pero el contexto los ha empujado a un segundo plano. El poderío económico chino y la irrupción de Trump dirigen al mundo hacia el gigante asiático.

Xi Jinping, presidente chino, disfrutará en la cumbre del G-20 de una cordialidad que ninguno de sus predecesores tuvo en la arena internacional. Merkel quiere que la defensa medioambiental y ellibre comercio protagonicen la agenda de Hamburgo, dos áreas en las que China está ocupando el liderazgo global abandonado por Estados Unidos.

IDILIO DE MERKEL Y XI

Merkel se ha esforzado en subrayar el idilio con Xi. Ordenó un recibimiento con honores militares, se lo llevó al zoo que acoge los dos pandas enviados recientemente por Pekín y vieron juntos un partido de fútbol. La historia reciente sugiere que la lideresa alemana sufriría compartiendo un café con Trump, opuesto a las exquisitas formas del dirigente chino. Merkel ya dijo recientemente que Washington había dejado de ser un socio fiable y animó a los europeos a solucionar los problemas por su cuenta.

También desde Pekín se enfatiza la bonanza de las relaciones conAlemania en particular y Europa en general. Un editorial de la agencia oficial Xinhua señalaba esta semana que ha llegado el momento de que China y la UE fortalezcan su cooperación. “No es un secreto que sigue habiendo problemas como la sobrecapacidad del acero, el estatus de la economía china o la apertura de su mercado. Pero esos asuntos no constituyen el núcleo de las relaciones. En una situación de incertidumbre, es de gran importancia que China y la UE cimenten sus lazos”, señalaba.

A Bruselas y Pekín les une la lucha contra el rancio proteccionismo que recupera Washington. Hamburgo, la sede de la cumbre, es clave en la ambiciosa Nueva Ruta de la Seda que defiende Pekín para estimular el comercio internacional. El puerto alemán ya es el que recibe más mercancías chinas en Europa.

DISONANCIAS RELEVANTES

Pero bajo los acuerdos en lo sustancial y la necesidad de blindarse contra Trump laten aún disonancias relevantes. “Alemania está alarmada por la política industrial china y sus amenazas a las empresas nacionales. Sospecho que los discursos compartidos sobre el comercio esconden divisiones genuinas”, señala Scott Kennedy, sinólogo del Centro de Estudios Internacionales Estratégicos. “Si Estados Unidos fuera inteligente, las explotaría. Pero los ataques de Trump a todos los países con los que tiene un déficit comercial, Alemania incluida, le deja sin aliados en su lucha contra las políticas industriales chinas”, añade.

Dos asuntos preocupan a Pekín en las vísperas. Uno es el grave empeoramiento del estado del disidente político Liu Xiaobo, el premio Nobel de la Paz que fuera liberado de la cárcel recientemente por su cáncer terminal. Un fatal desenlace durante la cumbre obligaría a Xi a dar muchas explicaciones.

El otro es Trump. Las relaciones entre las dos potencias han recuperado la aridez previa al encuentro presidencial de marzo en Mar-a-Lago. Estados Unidos ha escenificado su descontento por los esfuerzos que juzga insuficientes en materias como la balanza comercial o Corea del Norte. En las últimas semanas ha enviado un destructor a aguas que Pekín considera propias, aprobado una venta de armas a Taiwán, alertado sobre el deterioro de libertades en Hong Kong y condenado la militarización en sus islas artificiales.

Trump ha denunciado recientemente que China sigue comerciando con Corea del Norte aireando unas estadísticas sobre el primer cuatrimestre. Los expertos le han recordado que las sanciones de Pekín se aprobaron en febrero por lo que los datos no son fiables, pero a Trump no parece haberle importado.

"GRAN TIPO"

Este fin de semana se sabrá si pesan más las divergencias en los intereses geopolíticos o la química que mostraron en Mar-A-Lago, tras la que Trump calificó a Xi de "gran tipo". Para Tong Zhao, experto en seguridad del Centro Carnegie-Tsinhua, Hamburgo permitirá que profundicen en sus relaciones personales. “Pero dicho esto, las diferencias son profundas y antiguas. Es complicado tratarlas, y mucho menos solventarlas, a través de una cumbre internacional”, señala. El escenario más probable, añade Kennedy, es que todo siga igual. “Espero una reunión glacial, con las dos partes manteniendo sus posturas y culpando al otro de los problemas”, vaticina.