China está construyendo una red de campos de refugiados en su frontera con Corea del Norte en previsión de que una guerra en la península estimule un éxodo masivo. La medida ha trascendido por la filtración de un documento interno del gigante estatal de telecomunicaciones China Mobile, al que se le ha encomendado la instalación de internet. Esos campos revelan el miedo de Pekín a que la situación se complique e insinúa la voluntad de acoger a los refugiados en lugar de repatriarlos como ha hecho hasta ahora.

El documento, que ha circulado en los últimos días por las redes sociales chinas, fue desvelado la semana pasada por el diario 'Financial Times'. “Debido a las tensiones fronterizas, el comité del partido y el Gobierno del condado de Changbai han propuesto la construcción de cinco campos de refugiados”, señala. Ese condado acogería tres campos y los dos restantes estarían en las ciudades de Tumen y Hunchun (provincia de Jilin). Algunos lugareños han confirmado al diario 'New York Times' que los refugios temporales ya se han levantado.

El portavoz del Ministerio de Exteriores chino se ventiló la pregunta en la rueda de prensa del lunes asegurando que no había leído las informaciones. No las desmintió.

TAMBORES DE GUERRA

Es la primera vez que China se prepara para un aluvión de refugiados a pesar de los cíclicos tambores de guerra que se han escuchado en la península en las últimas décadas. La llegada a la Casa Blanca de Donald Trump y sus cotidianas amenazas de ataques preventivos han espoleado las tensiones en una zona donde nunca escasearon. Los expertos descartan que la lógica de supervivencia norcoreana permita cualquier acto sin vuelta atrás y aseguran que la situación no trascenderá de la fragorosa contienda verbal siempre que Trump no golpee primero. Frente a los tozudos anuncios de guerras inminentes de presuntos expertos, el heterodoxo baloncestista Dennis Rodman ha aportado cierta sensatez. “No vamos a morir, colega, vamos hombre, no… eso no va a pasar”, ha dicho en una entrevista con el diario 'The Guardian' en la que se postula como diplomático por su amistad con Kim Jong-un. La escalada verbal es, según él, “una partida de ajedrez”.

Pero China, con su acrisolada capacidad para la previsión, estudia todos los escenarios. Un diario de la provincia de Jilin aconsejó a sus lectores la semana pasada cómo protegerse contra una explosión nuclear. Las medidas incluyen pastillas de yodo o jabón para lavarse las ropas contaminadas. Apenas un centenar de kilómetros separan Jilin de Punggye-ri, el lugar donde Corea del Norte detona sus explosivos nucleares. Los temblores se notaron con claridad en territorio chino en el último ensayo.

UN CALVARIO

Miles de norcoreanos han escapado desde que la guerra concluyó con un armisticio en 1953. Un soldado traspasó la Zona Desmilitarizada que separa ambas coreas el mes pasado y sobrevivió milagrosamente tras recibir siete balazos de sus colegas. La opción más razonable son los casi 200 kilómetros de frontera china y especialmente el río Tumen, helado en invierno y cuya escasa profundidad permite atravesarlo andando en verano. Una vez en Jilin, las redes de apoyo ayudan a los huidos a atravesar todo el territorio chino hasta alcanzar los países del Sudeste Asiático y volar desde ahí a Seúl.

Pero el peligro no termina en China. Pekín no los reconoce como refugiados sino como emigrantes irregulares y acostumbra a repatriarlos a Corea del Norte, donde les esperan torturas y largos encarcelamientos. “Los norcoreanos cruzan ilegalmente la frontera debido a sus penurias económicas en su patria. No utilizan las procedimientos de emigración ordinarios y alteran el orden público en nuestras regiones fronterizas”, explicaba dos años atrás el Ministerio de Exteriores.

CRISIS ALIMENTARIAS

Las crisis alimentarias estimulan el caudal de huidos. En julio y agosto fueron detenidos 41 norcoreanos en suelo chino, casi tantos como el pasado año. El cuadro extremo actual anticipa el trajín fronterizo. La ONU advirtió este lunes que las estrictas sanciones internacionales dificultan la llegada de ayuda. Unos 18 millones de norcoreanos, el 70% de la población, sufren déficits alimentarios. Esos cargamentos humanitarios, continúa, son una cuestión de vida o muerte para 13 millones.

China aún recuerda que más de 300.000 norcoreanos cruzaron su frontera durante las grandes hambrunas de los años 90. Un contexto de carencias similares sumado a una guerra nuclear podría suponer un flujo inasumible de refugiados para un país en vías de desarrollo que aún se esfuerza en sacar a millones de chinos de la pobreza. El Consejo de la ONU, donde abundan los países desarrollados con acreditadas reticencias a asumir sus cuotas de refugiados, ha presionado a China para que deje de repatriar a los norcoreanos. Los cinco campos de refugiados que levanta en la frontera apuntan en esa dirección.