Los chinos han consumado la venganza contra su Gobierno. Su tasa de natalidad sigue cayendo sin freno, sin que funcionen ninguno de los desesperados incentivos de las autoridades para que aumenten la familia. Levantadas tras cuatro décadas las restricciones de la Ley del hijo único, ahora las parejas chinas han interiorizado que la parejita es multitud.

La tasa de natalidad ha caído a su más profunda sima desde la creación del país. Son 10,48 nacimientos por cada mil personas, traducidos en un total de 14,6 millones. Son también medio millón menos que el pasado año y certifican el tercer año consecutivo de descensos. Solo en 1961, cuando el país se esforzaba por sobrevivir tras la calamitosa campaña maoísta del Gran Salto Adelante, se registraron menos nacimientos.

POBLACIÓN ENVEJECIDA

China jubiló en el 2015 la Ley del hijo único, que ya había incluido en los años anteriores numerosas excepciones para combatir el inquietante cuadro económico y social que intuían las autoridades. Es más que probable que China también levante próximamente la limitación de los dos hijos.

China es el primer país que sufrirá una población envejecida cuando aún está en fase de desarrollo. Más de 250 millones de chinos son mayores de 60 años, según las últimas estadísticas. Son el 18 % de la población actual y se calcula que el porcentaje se doblará en el 2050. Un estudio oficial vaticinaba un descenso imparable de la población y los expertos alertan de que será muy complicado revertir la tendencia.

VATICINIOS NEGATIVOS

Se adivina una presión inasumible para el sistema de pensiones y también para una generación de jóvenes urbanitas, enfrentados ante el llamado reto 4-2-1 o la obligación de sostener a dos padres y cuatro abuelos. La mano de obra abundante y barata que ha alimentado la locomotora china se reducirá en 170 millones durante los 30 próximos años, según el Fondo Monetario Internacional.

Todos los esfuerzos oficiales por levantar la natalidad han fracasado. Los chinos esgrimen el alto coste de la vida y la incertidumbre laboral como desincentivos. Una encuesta del 2017 sentaba que la mitad de las familias carecen de intención de tener un segundo hijo.