Las protestas de baja intensidad contra la política inmigratoria de Donald Trump adquirieron el sábado una dimensión considerable con las manifestaciones convocadas en más de 700 ciudades y pueblos de Estados Unidos. Cientos de miles de personas salieron a la calle en todo el país para reclamar la reunificación de los niños separados de sus padres en la frontera y el final de la llamada política de «tolerancia cero» puesta en marcha por la Casa Blanca para frenar la llegada de inmigrantes indocumentados. Las manifestaciones sirvieron también para sondear el poder de movilización del Partido Demócrata y sus organizaciones satélites, que tratan de galvanizar a su electorado de cara a las trascendentales elecciones legislativas de noviembre, en las que aspiran a recuperar al menos una de las dos cámaras del Congreso.

La jornada de protestas se convocó bajo el lema: Families Belong Together (Las familias tienen que estar unidas), una frase que alude a esos 2.300 niños separados de sus padres en la frontera. La Administración Trump acabó cediendo a la indignación que generaron las imágenes de niños enjaulados y el audio estremecedor de sus llantos al ser arrancados de los brazos de sus mayores e interrumpió las separaciones. Pero muchos siguen esperando en centros de internamiento una reunificación que no llega. «Tenemos tres demandas», dijo Anna Galland, la directora ejecutiva de MoveOn.org, una de las organizaciones progresistas que han organizado las marchas. «Hay que reunificar ya a las familias. Hay que acabar con los campos de internamiento familiar y revocar esta política de cero humanidad».

En Washington, Nueva York y Los Ángeles, en Little Rock (Arkansas), Athens (Georgia) o Kansas City (Misuri), los manifestantes blandieron pancartas y corearon consignas contra la política de la Administración: «Solo un cobarde enjaula bebés», «¿Qué es lo próximo, campos de concentración?» o «¿Qué pasaría si fuera tu hijo? No a las cárceles familiares». Rostros famosos, personalidades de la cultura, políticos demócratas y líderes religiosos tomaron la palabra en las principales manifestaciones, como la de Washington, que comenzó frente a la Casa Blanca y marchó hasta el Capitolio con una parada frente al Departamento de Justicia. «Nuestra democracia está en juego. Nuestra humanidad está en juego. Estamos aquí para salvar el alma de nuestra nación», dijo la cantante Alicia Keys en la capital del país. A su lado tenían a la actriz América Ferrera. Ambas tomaron la palabra después de que el compositor Lin-Manuel Miranda, el autor de Hamilton, cantara ante miles de personas.

Trump no es el primer presidente que ha recurrido a durísimas medidas disuasorias para tratar de frenar la inmigración ilegal a través de la frontera de México. En los años noventa, el demócrata Bill Clinton puso en marcha la operación Streamline, que, entre otras cosas, sirvió para levantar vallas de varios metros junto a las principales ciudades fronterizas del país. Trump quiere ahora blindar casi todo el perímetro fronterizo con un muro, pero el Congreso apenas le ha dado fondos para que el proyecto se materialice. Entre medio, ha decidido criminalizar a todos los adultos indocumentados detenidos en la frontera.