Cuatro días después de que Donald Trump presentara en Detroit su plan económico, una propuesta que combina ideas clásicas de los republicanos como bajadas de impuestos y recorte de regulaciones con otras muy alejadas de la heterodoxia conservadora como políticas proteccionistas en comercio, Hillary Clinton ha elegido también Michigan para hablar de su planteamiento económico. Es el culmen a dos semanas en que la candidata demócrata ha estado recorriendo el país presentando suplan de creación de empleo y mejora de salarios, que tiene su núcleo central en una gran inversión en infraestructuras de 275.000 millones de dólares. Pero en una fábrica de Warren, a escasos 25 kilómetros del club económico donde habló Trump, Clinton ha planteado sobre todo un ejercicio de contraste. Y de ataque.

Presentándose como nieta de un obrero e hija de un pequeño empresario, Clinton ha denunciado el plan de Trump como uno "transparentemente diseñado para ricos como él" que agravará la creciente brecha entre quienes más y menos ingresan en el país. Clinton se refiere, por ejemplo, a la propuesta del candidato republicano de permitir que parte de los beneficios empresariales se declaren como ingresos individuales, con un ventajoso 15% de gravamen, hasta 25% menos que hoy en día. Esa fórmula es común para pequeñas y medianas empresas pero se ha hecho también habitual en grandes corporaciones, incluyendo la Trump Organization, lo que significa que el plan del aspirante republicano beneficiaría a sus propios intereses. Es algo que Clinton no ha dejado pasar por alto, igual que el recordatorio de que su rival no ha hecho públicas sus declaraciones de impuestos.

La crítica a ese plan económico pensado "para él y sus amigos" también ha incluido la propuesta de Trump de eliminar el impuesto de sucesiones, que actualmente grava en EEUU con el 40% herencias de más de 5,4 millones de dólares y por el que se recaudan unos 25.000 millones de dólares al año en el país. Clinton, que no solo propone mantener el impuesto sino empezar a aplicarlo en herencias de 3,5 millones, ha asegurado que con el plan de Trump la propia familia del magnate inmobiliario podría llegar a ahorrarse 4.000 millones de dólares con una medida que solo beneficia al 0,2% de la sociedad estadounidense.

AYUDAR A LAS CLASES TRABAJADORAS

El ataque de Clinton ha sido incesante. Ha hablado de "descabelladas ideas 'trumpianas' que hasta los republicanos rechazan". Ha echado mano del análisis de un asesor del republicano John McCain que ha calculado que siguiendo el mapa económico de Trump se perderían 3,4 millones de empleos mientras que con el de la demócrata se crearían más de 10 millones. Ha asegurado que sus propuestas contra el libre comercio "están basadas en el miedo, no en la fortaleza". Y ha acudido a líneas ya clásicas de ataque, desde recordar que Trump fabrica muchos de sus productos fuera de EEUU hasta criticar cómo ha tratado a contratistas o proveedores.

En cada paso, Clinton se ha ido proponiendo como la alternativa. Asegura que su plan fiscal sí ayudará a las clases trabajadoras y promete, por ejemplo, que no subirán los impuestos para quienes ingresen al año menos de 250.000 dólares. Heredera, además, del discurso más progresista con el que le plantó cara en primarias Bernie Sanders, ha vuelto a hablar de algunas de sus propuestas conocidas, como que tengan más responsabilidad las rentas más altas, la subida del salario mínimo desde los 7,25 dólares por hora actuales hasta entre 12 y 15, la reducción de la deuda estudiantil o el establecimiento de la baja de maternidad y paternidad pagada. Frente a Trump, además, Clinton plantea también en su agenda económica la necesidad de reforzar a los sindicatos y la reforma de la inmigración.

Una sombra de sospecha sobre la Fundación Clinton

Algunos fantasmas que persiguen a Hillary Clinton vuelven a estar en primera línea. Un grupo conservador ha hecho públicos correos electrónicos que muestran lazos entre la Fundación Clinton y el Departamento de Estado cuando lo dirigía la ahora candidata demócrata, que al llegar al cargo se comprometió a mantener la máxima separación posible con la fundación familiar.

Aunque los correos no muestran nada ilegal plantean dilemas éticos. En uno de los mensajes, por ejemplo, un asesor de Bill Clinton escribió en 2009 a dos asistentes de Clinton pidiendo que buscaran algún cargo del departamento para hablar con Gilbert Chagoury, un empresario nigeriano de origen libanés que había donado entre uno y cinco millones de dólares a la fundación Clinton. Una de las asesoras de Clinton contestó sugiriendo el nombre de un embajador y prometiendo hablar con él.

Aunque la reunión no llegó a producirse y se ha explicado que Chagoury solo quería ofrecer su opinión sobre unas elecciones en Líbano, los mensajes apuntan a una intersección de intereses de los Clinton.

Para colmo, los 44 correos obtenidos por la Ley de Libertad de Información no estaban entre los 55.000 mensajes “de trabajo” que entregó Clinton al Departamento de Estado para aplacar la polémica por su uso de un servidor privado mientras ocupó el cargo. Clinton siempre ha defendido que, fuera de esos 55.000 mensajes, el resto eran “de carácter personal”.