Bajo la sombra de la posible modificación del acuerdo de paz con las FARC que supondría la victoria del candidato de centro derecha Iván Duque, y la otra sombra, la que proyecta el programa de ruptura con el establecimiento que propone el aspirante de la izquierda Gustavo Petro, Colombia votó ayer haciendo gala de su condición de país que acaba de superar un grave conflicto armado. Serán «las elecciones más tranquilas de la historia», destacó el presidente Juan Manuel Santos en su alocución televisada del sábado, mientras que ayer, al depositar su voto, el mandatario destacó el hecho de que «ningún puesto de votación ha tenido que ser trasladado por razones de seguridad».

Según las encuestas, ni Humberto de la Calle, el negociador jefe del equipo de Gobierno en las negociaciones de paz de La Habana fungido en candidato por el tradicional Partido Liberal; ni Germán Vargas Lleras, vicepresidente de Santos durante tres años e integrante de unas de las estirpes políticas más rancias del país; ni Sergio Fajardo, el aspirante de centro que hizo de la lucha contra la corrupción su bandera electoral, tenían opciones en estos comicios polarizados que prolongan la división que ya reflejó el referéndum por la paz del 2016. También según las encuestas, ni Petro ni Duque tenían suficiente apoyo para imponerse con rotundidad en la primera vuelta, y todo parece abocado a resolverse el próximo 17 de junio, en la segunda ronda electoral.

Por otra parte, el disidente de las FARC Wainer Valencia Malava, alias Weiner, fue detenido ayer en Colombia acusado de ser el autor de un atentado con coche bomba contra la policía ecuatoriana y que dejó una treintena de personas heridas. Valencia «está en el origen de diferentes actos terroristas» tanto en Ecuador como en Colombia, afirmó el Gobierno colombiano.