El Gobierno de Colombia y la guerrilla de las FARC han cerrado este miércoles en La Habana los puntos pendientes del más ambicioso acuerdo de paz que se haya intentado en Colombia desde que se inició el conflicto armado en 1964. Lo que se inició en la fría Noruega el 19 de noviembre de 2012 como un tímido intento de aproximación concluye por estas horas en La Habana con una agenda de paz que se convertirá en el instrumento de las transformaciones que reclama una sociedad que tuvo miles asesinados, 88.000 desapariciones forzadas, siete millones de desplazados, 88.000 secuestrados y otros miles de mutilados por las minas antipersonales.

El documento común que se dio a conocer en Cuba, la sede de las negociaciones, marca en los hechos el fin de tiempos sombríos y desgarradores. Estas calamidades se aprestan a formar parte de un pasado atroz al que no se querrá regresar. En las próximas semanas, el presidente Juan Manuel Santos y Rodrigo Londoño Echeverri, conocido como “Timochenko” firmarán en Colombia y de cara a la sociedad lo que se ha pactado. El senador Roy Barreras estimó que el “Día D” de la firma tendría antes del 23 de setiembre. Lo que ya se sabe que es Santos y la insurgencia serán rodeados por representantes de los países que acompañaron estas complejas negociaciones (Chile, Noruega, Venezuela, Cuba) así como otros líderes internacionales.

Una vez que se firme el acuerdo se publicará su contenido y remitirá al Senado. La ciudadanía deberá decidir en un plebiscito si está a favor o en contra de lo pactado. La consulta popular se realizaría laprimera semana de octubre. Las FARC deben viajar a Colombia para informar a sus tropas qué se ha discutido en el marco de la décima y última conferencia de esta organización como guerrilla. Cinco días después de la suscripción de los acuerdos, las unidades insurgentes deben comenzar a desplazarse a las zonas ya convenidas donde empieza el abandono de las armas que serán destruidas o recicladas por personal de Naciones Unidas lo destruya. Con sus restos se levantarán tres monumentos en Bogotá, Cuba y lasede de la ONU en Nueva York.

La amnistía a los guerrilleros que no tienen delitos graves, las condiciones de la participación en política de los jefes de la guerrilla y el modo de reincorporación a la vida productiva y social, fueron algunos de los últimos temas abordados en la mesa de negociación en La Habana. El Gobierno le habría ofrecido a las FARC tres cupos en el Senado a disputarse en elecciones. La guerrilla pidió las bancas de los congresistas asesinados en los años 80, más cupos en concejos y asambleas. La solución se habría encontrado a mitad de camino. Lo cierto es que las FSRC ya estarán en 2018 en condiciones de participar de las elecciones legislativas. Uno de los pocos asuntos que faltan todavía definir el de la participación de lospueblos negros e indígenas en la implementación de los acuerdos.

EL ESCENARIO DEL PLEBISCITO

“Cada vez nos acercamos más a la esperanza de paz y vida digna. Que todo el mundo se suba al tren”, escribió Timochenko en su cuenta de twitter. Santos, sus aliados, la izquierda no armada y los organismos defensores de derechos humanos encabezan ya la campaña a favor del “sí” en el plebiscito de inminente lanzamiento. El expresidenteÁlvaro Uribe, antiguo adalid de la contrainsurgencia, decidió convocar a una “resistencia civil” que impuse el “no” a lo resuelto en La Habana. Si se impusiera el rechazo, han advertido diferentes personalidades, la amenaza de un nuevo ciclo violento estaría otra vez a las puertas de Colombia. “¿Es necesario explicar que la decisión por el 'sí' o por el 'no' tiene efectos mucho más allá de la coyuntura santismo versus uribismo?”, alertó en su editorial el diario El Espectador.

Dos semanas atrás, la encuesta Ipsos Napoleón Franco revelaba que un 50% de los consultados se inclinaba por el “no”. La deDatexco le daba al “no” una ventaja insignificante. Esos resultados encendieron las alarmas. El jueves pasado llegó la tranquilidad:Invamer Gallup informó que el 67,5% de los colombianos votaría el “sí” contra un 32,5% del “no”. Lo notable de esa encuesta es que se desdibuja la figura de Santos, es ponderado Uribe y crece la mala imagen del Parlamento y las propias FARC.

“De estos datos saco una gran conclusión: el surgimiento de una ambiciosa campaña para respaldar la paz desde la sociedad civil, alejada del Gobierno, de los partidos políticos, del Congreso y de las FARC, fortalecería la inclinación de la ciudadanía a votar a favor", dijo en analista Léon Valencia. En esa campaña los colombianos deben saber que el 90% de los acuerdos de La Habana son benéficiosos para el país: reforma rural integral para favorecer a los campesinos,reforma política para limpiar las elecciones y ampliar la democracia, estrategia y plan contra el narcotráfico, reparación para víctimas.

Valencia recordó en ese sentido que solo el 10% del acuerdo se refiere a las FARC, a sus compromisos de verdad y justicia que implican penas con restricción de libertad, a su participación en la vida política sin armas y a su reintegración a la vida civil. Son esos los aspectos sobre los que se ha montado Uribe para hacer fracasar la consulta. “Tendremos la oportunidad de hacer pedagogía con los acuerdos que estarán expuestos para que todos los colombianos los puedan observar”, dijo Iván Cepeda, del Polo Democrático.