Los dueños de las pizzerías y restaurantes del centro de Italia han lanzado la iniciativa solidaria de cobrar un euro más a los clientes que pidan un plato de matriciana o amatriciana, una pasta surgida en la ciudad de Amatrice, una de las más afectadas por los terremotos. Al euro de los clientes los patrones añadirán otro destinado a la misma finalidad.

El plato, que surgió en el siglo XIX, aunque tuvo algunos prolegómenos en el XVI, se ofrece en dos fórmulas que se disputan las regiones del Lazio (Roma) y de Los Abruzos (L’Aquila). Se diferencian por llevar o no salsa de tomate y cebolla.

Sin tomate se llama “griscia” (aliñada con queso de oveja) y habría sido inventada en el pueblo de Grisciano (Rieti). Lleva también aceite, pimienta y 'guanciale' (mejilla del cerdo). Si lleva salsa de tomate se le conoce con el nombre de “amatriciana” o, en dialecto romano, “matriciana”. Fue inventada en Roma, rivalizando con la de Amatrice. Esta última fórmula formaba parte desde 2002 de los menús de Ferran Adrià en el Bulli. En ambas variedades la base es la grasa de cerdo.