Combates de una intensidad no vista desde hacía años en la provincia de Idleb, el último bastión de la oposición siria, entre las tropas de régimen de Asad apoyadas desde el aire por la aviación de Rusia y fuerzas rebeldes y turcas, han causado decenas de muertos en las últimas semanas, poniendo en un brete los frágiles acuerdos entre Ankara y Moscú. El lunes, los jefes de las diplomacias de ambos países, Serguéi Lavrov y Mevlut Cavusoglu, negociaron para intentar detener o reducir las hostilidades y se mostraron de acuerdo en que el alto el fuego pactado en enero debe respetarse. Las cosas se han deteriorado hasta el punto de que podía acabar produciéndose un enfrentamiento directo entre turcos y rusos, haciendo añicos los arduos pactos.