Mi llamamiento es muy claro. Hay un proyecto político muy preciso, recalcó este lunes el primer ministro italiano, el abogado Giuseppe Conte, al defender varias reformas de su coalición ligadas al plan de recuperación de la Comisión Europea. Y más aún. No nos podemos permitir que, como pasó en Estados Unidos, se alimente la tensión, ha avisado en su segundo discurso del día, al invocar la responsabilidad de los parlamentarios italianos para que le apoyen en el Parlamento y eviten así la caída de su Gobierno como consecuencia de la salida del líder de Italia Viva, Matteo Renzi.

Este Ejecutivo, había dicho ya en la mañana un apesadumbrado Conte, es una administración reformadora y con una clara vocación europeísta, que tuvo que enfrentarse a una pandemia que puede acrecentar las desigualdades sociales. Por esto, (pido) a todos los que tengan Italia en el corazón os pido: ayúdennos, afirmó, para luego abrir la puerta a algunas concesiones. Entre ellas: no quedarse con el control de los servicios secretos, uno de los motivos de la ruptura con Renzi, ni con los poderes del ministerio de Agricultura, que hasta la crisis ejercía una ministra de Italia Viva.

Conte así ofreció un ramo de olivo a Renzi que, en verdad, no fue mucho más largo que estas palabras. En sus discursos, no le dedicó amplios fragmentos ni le destinó críticas feroces -como había hecho cuando su anterior socio, el derechista Matteo Salvini, rompió con él en 2019,- pero igualmente sugirió que una pacificación con el político florentino es ahora mucho más remota. No se puede borrar lo sucedido, observó, pues hay que pasar página.

Crisis en el gobierno

Bravo Conte. No paremos ahora, lo festejó Nicola Zingaretti, el líder del Partido Democrático, que junto al Movimiento 5 Estrellas e Izquierda y Libertad, los partidos que aún integran la coalición, le han defendido durante todo el pasado fin de semana. Bueh, Conte vive en Marte, ironizó, por su parte, Salvini, quien en estos días -junto con Hermanos de Italia- ha estado frotándose las manos por el inesperada turbulencia que vive el Gobierno de Roma.

En verdad, que un solución sencilla no existe en la difícil aritmética de la actual configuración política italiana no es un secreto. Esto, sobre todo, porque aún se teme que Conte pueda no obtener la mayoría en el Senado, donde la actual coalición no reúne un número suficiente de apoyos para gobernar si no logra reclutar a nuevos sostenedores. Allí el día de la verdad es este martes.

Tanto así que incluso la nonagenaria senadora Liliana Segre, superviviente de Auschwitz y quien por edad y estado de salud es población de riesgo, ha dicho que acudirá a votar a pesar de que aún no ha recibido la vacuna. Los médicos me habían dicho de evitar -explicó al senadora, al justificar su voto a favor de Conte- pero ante esta situación he sentido una necesidad muy fuerte, una mezcla entre indignación civil y sentido del deber.

Con su voto, junto con el de los otros senadores vitalicios (el exprimer ministro Mario Monti ya dijo que votará a favor), el los senadores del grupo mixto, y algún disidente de otros partidos, Conte podría lograr la mayoría relativa. Eso es, el malabarismo numérico que la prensa italiana ha estado, en estos últimos días, barajando como posible puerta de salida de la crisis. Pero, aun de ocurrir así, será el presidente italiano, Sergio Mattarella, quien tendrá la última palabra sobre esta azarosa solución.