Este martes se cumplen ya tres semanas de los atentados yihadistas en Bruselas contra el aeropuerto de Zaventem y la estación de metro de Maelbeek, en los que murieron 32 personas, pero la ciudad está todavía lejos de recuperar la calma y la normalidad. Los controles de seguridad adicionales implantados en el aeródromo han sembrado este lunes, primer día tras las vacaciones escolares de Pascua, el caos circulatorio en los accesos a una infraestructura básica y han generado fuertes perturbaciones en la autovía de circunvalación que rodea la capital belga.

Kilómetros y kilómetros de filas que han hecho que muchos pasajeros optaran por bajarse de los taxis y los vehículos que les conducían al aeropuerto para recorrer, maleta en mano, los últimos metros a pie por la cuneta. Una realidad que podría repetirse en los próximos días si los controles no se agilizan. Y es que son cada vez más las aerolíneas que operan desde Zaventem. Este lunes están programados 448 vuelos -348 el viernes, 280 el sábado y 364 el domingo- y la actividad irá aumentando en los próximos días. A partir de este martes se esperan diariamente entre 450 y 600 vuelos y con la estación de tren todavía cerrada la principal vía de entrada sigue siendo la autopista, ya sea por medio del coche privado, el taxi o el autobús.

RED DE METRO

El aeropuerto no es el único modo de transporte público al que le está costando recuperar la normalidad en la capital belga. Desde este lunes hay una docena de estaciones de metro más abiertas y los metros circularán además con un horario prolongado, entre las 7 de la mañana y las 9 de la noche. Esto significa que 51 de las 69 estaciones que tiene la red de metro de Bruselas están ya en funcionamiento aunque las 18 cerradas, entre las que se encuentran la parada de Maelbeek atacada por los terroristas, seguirán así hasta nueva orden.

Prueba, sin embargo, de que la preocupación sobre posibles nuevos atentados es grande es la decisión de las autoridades belgas de incrementar el número de soldados desplegados en las calles. El Gobierno ha dado vía libre al despliegue de 300 militares suplementarios para reforzar la seguridad en las calles, principalmente en las estaciones de metro. Gilles van Oosthuijze, del sindicato liberal, ha aprovechado este anuncio para denunciar la falta de medios materiales y equipamiento que hacen que los soldados tengan que prestarse los cascos cuando terminan sus turnos o que los chalecos antibalas sigan siendo prestados por los americanos.