El líder laborista, Jeremy Corbyn, acusa a Boris Johnson de haber «secuestrado el brexit», querer «vender» la sanidad pública (NHS) y tratar de imponer tras la salida de Europa un «thatcherismo con esteroides», rebajando los derechos de los trabajadores. En un acto electoral en la localidad de Harlow, Corbyn prometió ayer que los laboristas, de ganar las elecciones, solucionarán «el brexit en seis meses».

Corbyn rechaza de plano el acuerdo alcanzado por Johnson, aún pendiente de ratificación en el Parlamento. En su lugar, propone negociar un pacto mejor con Bruselas y someterlo a referéndum antes de finales del próximo junio. Los ciudadanos podrían optar entre ese pacto, en el que el Reino Unido permanecería en la unión aduanera de la Unión Europea y mantendría una relación muy próxima al mercado único, o permanecer en la UE y olvidar el brexit.

Rodeado de simpatizantes, Corbyn se dirigió directamente a los electores con su oferta. «Si quieren dejar la Unión Europea sin destrozar la economía o sin vender la NHS pueden votar por ello. Si quieren permanecer en la UE, podrán votar por ello. Solo un gobierno laborista dejará la decisión final en sus manos», añadió el dirigente.

El jefe laborista considera que el futuro del brexit incumbe ahora a todo el país. «Ha llegado la hora de que sea la gente, no los políticos, los que decidan».

ESTRATEGIA CLARA / La posición de «neutralidad», que no todos en el laborismo comparten, intenta, como ya ocurriera en el 2017, atraer los votos tanto de los simpatizantes a favor como de los que están en contra de la permanencia en Europa. Corbyn considera su estrategia «clara y simple», con un calendario «realista y ejecutable». Pero completar un nuevo acuerdo en únicamente tres meses, ratificación incluida, y someterlo a referéndum en otros tres es, para los conservadores, «pura fantasía política» que llevaría a «una incertidumbre paralizante».

La tercera fuerza política a escala nacional, los liberales demócratas, es la única que tiene el claro objetivo de anular el brexit. Esa promesa es el eje central de la campaña electoral que la líder Jo Swinson lanzó ayer en Westminster. «Tanto los laboristas como los conservadores, quieren negociar e imponer el brexit, pero «este es el único partido que quiere detenerlo», subrayó.

Johnson espera conseguir la mayoría que necesita insistiendo en que su pacto es el mejor posible. Consciente de que el hastío de los británicos juega a su favor, promete concluir el acuerdo comercial con la Unión Europea en un año. Un plazo ilusorio para quienes recuerdan que llevó siete años alcanzar un acuerdo similar entre la UE y Canadá, el modelo que prefieren los euroescépticos duros.

Desde su Gobierno aseguran que no pedirá una ampliación del periodo transitorio, que termina a principios del 2021.

Johnson celebró la última reunión de gobierno antes de ir a las urnas y el Parlamento cerró sus puertas. El brexit ha hecho estragos entre los tories. La última renuncia de un peso pesado ha sido la de Phillip Hammond, hasta hace tres meses ministro de Finanzas y partidario de seguir en la UE.

Hammond formaba parte de la veintena de rebeldes que votó contra una salida sin acuerdo y a los que Johnson echó del partido. Hace unos días era la exministra de Interior Amber Rudd, otra expulsada, la que decidía dejar la política.

A raíz de su expulsión, Hammond no podía optar a ser el candidato tory por la circunscripción de Runnymede and Weybridge (sur de Inglaterra), a la que representaba desde 1997. Solo podría haber concurrido como independiente. «Si me presento a las elecciones generales como candidato conservador independiente y lucho contra el candidato oficial del Partido Conservador tendría que dejar de ser miembro de la formación», explicó el exministro en una carta abierta. «“Me entristece encontrarme en esta situación», aseguró.