Estados Unidos y Corea del Sur serán reducidas este año a “un mar de llamas y cenizas” como el pasado debieron acabar envueltas en un “mar de fuego”. Es presumible que la agencia de noticias oficial norcoreana KCNA tenga ya preparadas sus novedades léxicas a principios de marzo. En estas fechas empiezan los anuales ejercicios militares conjuntos entre Corea del Sur y EEUU que descomponen sin remedio a Corea del Norte incluso cuando la península está en calma porque ve en ellos ensayos de invasión. La tozudez de las amenazas de la KCNA dificulta que pueda elevar su gravedad cuando el contexto lo requiere: la tensión se ha asentado en el paralelo 38 y los aliados han aclarado que los mayores ejercicios conjuntos de la historia apuntan directamente a la élite norcoreana.

“Si apretamos los botones de aniquilar a nuestros enemigosahora mismo, todos los provocadores serán reducidos a mares de llamas y cenizas en un instante”, asegura el comunicado de la agencia. Pronostica también “ataques nucleares preventivos de justicia”. “Los enemigos -aclara- están intentando con los ojos inyectados en sangre atacar nuestra dignidad, soberanía y derechos vitales”. Los expertos independientes tienden a reducir su amenaza nuclear. Markus Schiller, ingeniero aeroespacial y experto del programa militar norcoreano, decía a este diario recientemente que un ataque a Estados Unidos con un misil nuclear “es ciencia ficción y lo seguirá siendo durante mucho tiempo”.

Este lunes han empezado dos maniobras militares conjuntas entre los dos aliados de la zona. Los ejercicios conocidos como Key Resolveconsisten en la simulación informática y acaban el 18 de marzo, mientras los llamados Foal Eagle son entrenamientos en el terreno y se alargarán hasta el 30 de abril.

17.000 SOLDADOS ESTADOUNIDENSES

Este año revisten una importancia acentuada. Estados Unidos aporta 17.000 soldados, casi el doble que el pasado año, mientras Corea del Sur contribuye con 300.000. Son, según Seúl, las mayores maniobras hasta ahora. Washington también destinará lo mejor de su arsenal: el portaaviones nuclear USS John C.Stennis, un submarino nuclear y el bombardero B2, entre otros.

La novedad no sólo está en el número. Seúl y Washington intentaban calmar a Pyongyang en el pasado prometiendo su naturaleza defensiva. Este año trabajarán “los ataques de precisión” contra la élite política norcoreana, ha desvelado la agencia de noticias surcoreana Yonhap citando fuentes militares anónimas. También ensayarán, añade, los ataques contra instalaciones clave como bases de misiles y las que guardan el arsenal nuclear en un escenario de guerra. El nerviosismo norcoreano no parece gratuito.

También Seúl ha adecuado su mensaje a los decibelios de Pyongyang después de jubilar la mesura con la que había pretendido mantener los canales de comunicación abiertos. El Ministerio de Defensa ha advertido a Corea del Norte sobre “cualquier acto temerario que sólo provocará su destrucción” y avanzado que su Ejército está listo para responder “sin compasión”.

Corea del Norte ya respondió recientemente lanzando al mar seis misiles de corto alcance a las nuevas sanciones aprobadas por unanimidad en el Consejo de Seguridad de la ONU. La presidenta surcoreana, Park Geun-hye, ha pedido esta mañana que se refuercen los controles para asegurar su cumplimiento. Las sanciones contemplan la inspección obligatoria de todos los barcos que entren o salgan de aguas norcoreanas y la prohibición de exportar minerales. Filipinas ya retuvo este sábado un carguero norcoreano y deportará a la tripulación.

Seúl aprobará su paquete unilateral de sanciones mañana. Asegura Yonhap que prohibirá la entrada de cualquier barco que haya navegado por aguas norcoreanas e incluirá en la lista negra a todos los particulares y empresas sospechosos de participar en el programa nuclear de Pyongyang. Seúl y la comunidad internacional pretenden estrangular las escasas fuentes de financiación exterior norcoreana. Corea del Sur ya cerró después del lanzamiento del último misil el complejo industrial mixto de Kaesong porque, según sus sospechas, el régimen estalinista destinaba a su carrera armamentista el grueso de los 560 millones de dólares anuales.