"Cachorras cariñosas buscan hogar". "Hola Soy Vicenta. Una perrita mestiza de seis meses. Soy muy juguetona y con mucha energía. Me dan en adopción para que disfrute de un hogar con una familia que prometo querer mucho". "Hola soy Puki, mi mami me quiere dar en adopción porque no puede tenerme porque se va del país". La Fundación Quiero un perro de Caracas ofrece a diario decenas de anuncios similares. Lo mismo hace la Red de apoyo canino. "Tú puedes cambiar la vida de un animal", les dice a los caraqueños para que observen a su alredor. Una escena se ha adherido al paisaje de la pauperización de la ciudad: la creciente presencia de los perros famélicos y abandonados.

Sus dueños los dejaron porque no pueden alimentarlos o pasaron a formar parte del torrente migratorio. De acuerdo con Lupe Fernández, vicepresidenta de la oenegé Rescate Chacao, entre siete y ocho mascotas son abandonadas a diario. Van a la deriva, de acá para allá. Por lo general se encuentran solos. Pero a veces, cuando el sol huye de la capital venezolana, se los ve en grupos. Pequeñas jaurías en la noche de la escasez. La atraviesan como pequeños fantasmas.

Cuatro años atrás se realizó una manifestación con casi 500 perros y dueños unidos por un mismo reclamo: anduvieron por la avenida de Francisco Miranda para llamar la atención de una comunidad que oscilaba entre la impotencia y la falta de sensibilidad frente al cálculo de la Fundación Apegate: unos 200.000 perros y gatos eran dejados a la deriva por año. Ladridos y gritos de ayuda se fundieron aquel día al llegar a la plaza Altamira, en una de las zonas más acomodadas de Caracas. Las cosas han empeorado desde entonces en un país donde, de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), la caída del PIB llegó al 35% el año pasado. Se espera que en el 2020 la merma sea de un 10%. Los mismos venezolanos dicen llevar una vida de perros.

PRECIOS IMPOSIBLES

A principios de año, el presidente Nicolás Maduro decretó el trigésimo aumento del salario mínimo desde que llegó al Gobierno. Esta vez fue del 66%. Los 250.000 bolívares equivalen a unos 3,3 dólares de EEUU. Las personas con menores ingresos reciben a su vez una ayuda alimentaria de unos 200.000 bolívares (2,6 dólares). En este contexto, la provisión de alimentos para perros se ha convertido para muchos en un lujo. La bolsa de 12 kilogramos oscila, según su calidad, entre los 100.000 bolívares (1,3 dólares) hasta casi cuatro millones de la vapuleada moneda nacional (53 dólares).

Las familias que todavía se niegan a desprenderse de sus mascotas a veces se inclinan por soluciones más baratas como la mezcla de hígado de pollo y carne molida (0,7 dólares por kilogramo) que administran con la severidad de un ministro de Economía. Los precios cambian de manera vertiginosa al ritmo de la inflación que en 2019 fue del 7.300%. La revista Tal Cual ha estimado que el precio de la comida para los pichichos es un 300% mayor a la que se adquiere en EE.UU. Pero a la vez existen otros costos que pueden resultar imposibles de asumir: las medicinas, consultas veterinarias y los documentos necesarios para sacarlos del país en caso de que los dueños decidan migrar .

Fernández asegura que los refugios públicos se encuentran colapsados como consecuencia del abandono masivo de perros. Misión Nevado es un emprendimiento del Gobierno. Su emblema muestra a Simón Bolívar acariciando a un can. El organismo "revolucionario y ecosocialista" dicta talleres en colegios y comunidades a las que llama a tomar conciencia de la necesidad de proteger a perros y gatos. A su vez celebra jornadas de vacunación, esterilización y desparasitación a nivel nacional. Misión Nevado no es ajena a los efectos de la crisis.

Fue creada por Maduro a finales del 2013, cuando el histórico derrumbe de la economía, que el Gobierno atribuye a una guerra interna y externa, no se había iniciado. El propio Maduro adoptó entonces un gato callejero. Se presume que se lleva de maravillas con Yaco, el golden retriever del presidente.