El ‘brexit’ sigue siendo una incógnita, sin que el Gobierno de Theresa May de pista alguna de cómo gestionará la salida del Reino Unido de la Unión Europea. La presión aumenta sobre la primera ministra, que se encontraba este lunes en China asistiendo a la clausura de la cumbre del G-20. Tanto los líderes internacionales como el propio Parlamento británico, reunido por primera vez el lunes tras el receso de verano, se impacientan y exigen que exponga los planes concretos de su Gobierno para iniciar el proceso de ruptura.

May esconde sus cartas celosamente. De momento su única aclaración es que no habrá un control de la inmigración basado en el sistema de puntos, tal y como funciona en Australia. El modelo australiano, que permite elegir el número de inmigrantes en base a la formación y especialización profesional para cubrir los puestos de trabajo vacantes, fue pregonado como ideal en la propaganda de quienes hicieron campaña durante el referéndum a favor de la salida. El actual ministro de Asuntos Exteriores, Boris Johnson, lo había elogiado y defendido en sus mítines. Pero ese sistema no es según May el tipo de control en las fronteras que quieren los británicos, aunque la 'premier' negó estar inclinándose hacia una posición menos radical de lo que exige el sector duro del ‘brexit’.

“La sociedad el 23 de junio votó por un mayor control del movimiento de personas llegadas de la Unión Europea al Reino Unido. Un sistema de puntos no ofrece este control”, declaró May. “Quiero un sistema en el que el Gobierno pueda decidir quién entra en el país. Creo que es lo que quieren los británicos. El sistema de puntos significa que la gente entra automáticamente si cumple con todos los criterios”. Y ese aspecto “automático” del sistema no le convence.

En la Cámara de los Comunes, el conservador David Davis, un euroescéptico fundamentalista, ahora ministro del ‘brexit’, estuvo respondiendo preguntas sobre lo que significará la ruptura. Sus respuestas, carentes de cualquier información concreta, fueron tan vagas como triunfalistas. “Tal y como ha dicho la primera ministra, no habrá intentos por la puerta de atrás de seguir en la Unión Europea”, afirmó Davis descartando cualquier posibilidad de celebrar un segundo referéndum.

TONO OPTIMISTA, PERO SIN CONCRECIÓN

‘Brexit’ “significa obtener el mejor acuerdo para Gran Bretaña, uno único para los británicos, no una solución prefabricada. Eso debe significar control en el número de gente que viene a Gran Bretaña desde Europa, pero también una acogida positiva de los que quieren comerciar con bienes y servicios”, declaró Davis en su primera comparecencia parlamentaria desde que asumió el cargo. El Gobierno buscará “un consenso general” y “se tomará el tiempo necesario para hacer las cosas bien”, añadió. Davis fue criticado por su falta de concreción y por el “tono optimista”, sin justificación alguna, de sus explicaciones.

La intervención del ministro para el ‘brexit’ precedió a un debate en la Cámara de los Comunes solicitando un segundo referéndum sobre la salida de la UE. La petición había recogido más de cuatro millones de firmas en internet. Su carácter fue meramente simbólico, pero elocuente, sobre la división que ha provocado el referéndum entre los británicos. De acuerdo con el diputado laborista David Lammy, el país se halla más dividido que nunca antes y un futuro referéndum puede ser el único camino de resolver la “crisis constitucional” a la que se enfrenta ahora.