La rebelión de las élites republicanas contra Donald Trump sigue creciendo y acrecienta la soledad de un candidato que, si llega a presidente, tendrá serios problemas para formar equipos experimentados, incluyendo en un área que ha hecho tan central en su campaña como la seguridad nacional. La última revuelta ha tomado forma de carta pública, firmada por 50 exaltos cargos que han estado en distintas Administraciones al frente de esa seguridad en Estados Unidos, de sus servicios y agencia de espionaje y en algunas destacadas posiciones de la diplomacia. Es una misiva que no escatima brutales golpes y llega a decir que el magnate inmobiliario sería un “presidente peligroso” y “el más temerario de la historia”.

“El señor Trump carece del carácter, los valores y la experienciapara ser presidente”, reza el texto, que se publicó el lunes por la noche en The New York Times y que firman, entre otros, el exdirector de la CIA y la Agencia de Seguridad Nacional, Michael Hayden, los exsecretarios del Departamento de Seguridad Nacional creado tras el 11-S, Michael Chertoff y Tom Ridge, y el exdirector de la Dirección Nacional de Inteligencia, John Negroponte. “Debilita la autoridad moral de EEUU como líder del mundo libre. Parece carecer del conocimiento básico de la Constitución, las leyes y las instituciones, incluyendo tolerancia religiosa, libertad de prensa y un judicial independiente”.

Aunque ya en primarias se publicó una carta similar, en la que aparecían algunos de los mismos firmantes, su impacto potencial entonces era menor porque ahora Trump es candidato y, según confirman las encuestas, está en un momento vulnerable. Su respuesta esta vez ha sido atacar, asegurando que la oposición proviene de “los mismos insiders de Washington” que trataron sin éxito de frenarle en primarias y atribuyéndoles ser “la gente que ha hecho de EEUU un desastre”

Uno de los pocos motivos de alivio para Trump es que nombres mucho más conocidos de la historia conservadora, con capacidad de influir en muchos más votantes, aún no se han sumado públicamente al rechazo. No obstante, el silencio o la reticencia a apoyarle de gente como los exsecretarios de Defensa o Estado Donald Rumsfeld y Condoleezza Rice, el exvicepresidente Dick Cheney o los dos expresidentes Bush no hacen nada para alejar la imagen de fragilidad.

OTROS FRENTES

La revuelta, además, tiene otros frentes. Un análisis realizado por The New York Times muestra que donantes que dieron dinero en las primarias republicanas a Jeb Bush, John Kasich, Chris Christie y Lindsay Graham están ahora donando más fondos a Hillary Clinton que a Trump. Y Susan Collins, senadora por Maine y republicana moderada, se convirtió el lunes en la última congresista en anunciar que no votará por el elegido de su partido.

En un artículo en The Washington Post, Collins puso el énfasis en los “crueles comentarios” que ha realizado Trump, especialmente contra un periodista con una discapacidad física, contra el juez federal Gonzalo Curiel (cuya imparcialidad cuestionó por sus raíces hispanas pese a que el magistrado nació en Indiana) y los más recientes ataques contra los Khan, los inmigrantes musulmanes cuyo hijo falleció en Irak sirviendo al Ejército de EEUU. “Rechazar las convenciones de la corrección política es distinto a mostrar absoluto desprecio por la decencia”, escribió .