Sometida a una creciente presión policial y hasta militar, la capacidad de convocatoria de la oposición en Bielorrusia se mantiene incólume. Decenas de miles de personas han desfilado de nuevo este domingo por el centro de Minsk, la capital, para protestar contra el presidente electo Aleksándr Lukashenko, al que acusan de falsificar el resultado de las elecciones presidenciales celebradas hace tres semanas. La policía ha actuado con mayor contundencia que hace una semana y a media tarde ya había arrestado a más de un centenar de manifestantes.

"Todo fue muy pacífico; en todo momento se evitaron las provocaciones y cuando nos encontrábamos una barrera policial, girábamos para evitar enfrentarnos con los OMON (antidisturbios)", ha explicado por teléfono desde Minsk Natalia Chikulayeva. "Hemos visto muchísimos vehículos militares en las calles, aunque se han abstenido de intervenir en las manifestaciones", continúa. Pese a las detenciones, las palizas a opositores y la represión, Natalia se congratula porque considera que la gente "ha perdido por completo el miedo" al régimen de Lukashenko. "Ha sido de nuevo una manifestación multitudinaria, al nivel de los dos últimos domingos", ha relatado desde Bielorrusia un ciudadano español que prefiere el anonimato.

"No somos ratas; somos bielorrusos, y tú, huye", rezaba una de las pancartas, en referencia a las roedoras descalificaciones proferidos por el presidente hace una semana contra los manifestantes. Parafraseando el popular eslogan durante las manifestaciones contra el racismo en EEUU, en otro de los carteles se leía en inglés: "Las vidas bielorrusas importan". La oposición exige el esclarecimiento de algunas muertes que se han producido durante los arrestos en los disturbios de losprimeros días tras los comicios.

En las redes sociales circularon numerosas imágenes de ciudadanos defendiendo a periodistas y manifestantes en el momento en que iban a ser detenidos por la policía. Las fuerzas de seguridad actuaron de forma más organizada que en anteriores ocasiones, montando convoyes con grandes rejas de metal al frente avanzando para hacer retroceder a los manifestantes. Además, algunos portales de noticias vinculados con la oposición han experimentado problemas debido al suministro irregular de internet, del que dependen para difundir sus contenidos.

Hacia el Palacio de la Independencia

Al igual que el pasado domingo, la muchedumbre intentó acercarse al Palacio de la Independencia, protegido por decenas de antidisturbios, aunque en esta ocasión para "dejar regalos a Lukashenko" quien celebraba este domingo su 66 cumpleaños, según relata un testigo. Allí, Nikolái Latishenok, uno de los ayudantes de Lukashenko, ha acudido al encuentro de los opositores, a quienes ha asegurado de que las elecciones "fueron limpias" y que "todo se hizo de acuerdo con la Constitución", ha informado el portal de noticias Tut.by. Hace siete días, la respuesta fue muy diferente. Un Lukashenko envalentonado por el creciente apoyo de Rusia aterrizó a bordo de un helicóptero fusil en mano y enfundado en un chaleco antibalas acompañado de su hijo de 15 años, Nikolái.

Y es que por el momento, el Kremlin se resiste a contemplar siquiera la opción de forzar al presidente bielorruso a negociar con sus oponentes o a organizar unas nuevas elecciones con un candidato procedente de la oposición que respalde los intereses militares y económicos del poderoso vecino del este. Todo lo contrario. El jefe del Estado bielorruso ha recibido este domingo una llamada telefónica de su homólogo ruso, Vladímir Putin, para felicitarle por su aniversario e invitarle a visitar Moscú en breve.