Cuba ha puesto en marcha un proceso de reforma de una Constitución redactada en 1976, en plena alianza con Moscú, y que, según ha explicado Miguel Díaz-Canel Bermúdez, el flamante presidente, debe adaptarse a las nuevas realidades económicas y sociales «en consonancia con los principios de la democracia socialista». A los 86 años, Raúl Castro, primer secretario del Partido Comunista (PCC), presidirá la comisión encargada de redactar un anteproyecto que tendrá impacto en el funcionamiento de la Administración estatal y en las legislaturas municipales y provinciales.

Castro será secundado por 33 diputados de la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP) en la confección de los cambios que, según informó la prensa cubana, serán sometidos a «una amplia consulta popular». La iniciativa se debatirá en comunidades, barrios, centros escolares y laborales. Una vez que concluyan los debates «se procesarán las opiniones y sugerencias» y la ANPP, el único órgano con facultad constituyente y legislativa en el país, llevará adelante los cambios. Luego serán nuevamente refrendados a través de una consulta popular.

«Los enunciados de la nueva Constitución tendrán en cuenta los principios humanistas y de justicia social que configuran nuestro sistema político y considerar como pilares inconmovibles la irrevocabilidad del sistema socialista que soberanamente adoptó nuestro pueblo; ratificar hoy más que nunca, la unidad nacional y el papel del Partido Comunista de Cuba», ha declarado Díaz-Canel.

De lo que se trata es de «actualizar» el texto fundamental que se confeccionó en plena guerra fría y tomó como modelo de un orden jurídico a la disuelta Unión Soviética. La caída del comunismo obligó a una reinserción forzada de la isla en un mundo diferente en el que La Habana ha restablecido relaciones con Washington. En 1991 se hicieron pequeños retoques a la Carta Magna, ahora se trata de alteraciones profundas.