Los líderes del G-7, los siete países más ricos del planeta, se dan cita desde hoy en la localidad canadiense de Charlevoix (Quebec) bajo un clima de máxima tensión debido a la decisión unilateral del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de imponer aranceles a las importaciones de acero y aluminio. La cumbre -en la que participan Alemania, Francia, Italia, Reino Unido, Japón, EEUU y la anfitriona Canadá- augura ser más tensa que nunca y podría concluir sin el tradicional comunicado conjunto por las discrepancias sobre comercio, cambio climático o Irán.

«Tenemos muy pocas esperanzas de convencer a Trump de que cambie su política. No soy muy optimista», reconoce un alto cargo europeo que admite que los desacuerdos internos dentro del G-7 entre Estados Unidos y el resto del grupo marcarán la cita.

«La voluntad de firmar un texto a siete no debe ser más fuerte que el contenido», alertó el presidente de Francia, Emmanuel Macron, tras una reunión, ayer, con su homólogo canadiense Justin Trudeau. Dicho de otro modo, los seis países no firmarán un documento a cualquier precio.

Desde que llegó a la Casa Blanca, el magnate estadounidense ha decidido ir por libre, desafiar el sistema multilateral y enfrentarse a sus aliados tradicionales. Lo hizo dando la espalda al acuerdo sobre cambio climático de París, enterrando las negociaciones sobre el acuerdo de libre comercio entre ambos bloques (TTIP en sus siglas en inglés) lideradas por Barack Obama, y más recientemente retirándose del acuerdo nuclear con Irán e imponiendo los aranceles al acero y aluminio europeos.

Todas estas decisiones han sido objeto de duros reproches pero su coraza ha seguido sin grietas. Hoy y mañana, Trump tendrá que escuchar de nuevo un chaparrón de críticas. De forma «educada» y «respetuosa», pero «firme», aseguró Macron. «Ningún dirigente es eterno. Heredamos compromisos que van más allá de nosotros», le recordó desde Quebec al ser cuestionado sobre si el problema de fondo es que al dirigente estadounidense no le importa quedar aislado. «Los seis países del G-7 sin Estados Unidos son un mercado más grande que el americano. No hay que olvidarlo», advirtió el dirigente francés, que se reunirá antes de la cumbre con la cancillera alemana, Angela Merkel, la británica Theresa May, el italiano Giussepe Conte y los dirigentes europeos.

La estrategia estadounidense del divide y vencerás no ha tenido hasta el momento éxito y en la UE tienen claro que «la única forma de tratar con la administración estadounidense es demostrar unidad», aunque «sin pánico ni histeria», apunta un alto diplomático europeo. «Es un momento desafiante, si creemos en nuestros valores comunes debemos seguir juntos», reivindica.

Es uno de los mensajes que el presidente de la UE, Donald Tusk, llevará también a Quebec. «La esencia de la cooperación en el G-7 es de facto la protección del mundo libre contra aquellos que no respetan nuestro valores fundamentales: libertad y dignidad de los individuos, derechos iguales para las personas y las naciones y reglas justas», escribió en una tribuna publicada en The New York Times. En el texto recuerda que eso fue lo que llevó a los países ricos, tras el ataque a Ucrania, a excluir a Rusia del entonces G-8 y advierte de que un orden basado en reglas es en interés de todo occidente. «Cualquiera que quiera derribar este orden debe saber que seguiremos unidos defendiéndolo. Nuestra comunidad no puede ser hecha pedazos por los aranceles al aluminio».