Los nueve días de luto oficial por la muerte de Fidel Castro acaban este domingo, cuando los restos incinerados del expresidente cubano sean exhumados en un acto íntimo y familiar en el cementerio de Santa Ifigenia, situado en Santiago de Cuba, cuna de la revolución, y donde también está enterrado el prócer de la independencia, José Martí. La ciudad portuaria fue este sábado la escala final del cortejo fúnebre con las cenizas del líder cubano que ha recorrido a lo largo de cuatro días prácticamente toda la isla caribeña, 900 kilómetros en total.

El último acto público se celebró la noche del sábado -hora local- en la plaza de la Revolución Antonio Maceo, en el centro de la ciudad, donde decenas de miles de personas se congregaron para escuchar los discursos de reconocimiento a Fidel de dirigentes de la asociación de estudiantes, de escritores, de mujeres o sindicales, así como del actual presidente del país Raúl Castro.

El mandatario cubano agradeció "las incontables muestras de afecto y respeto llegadas de todo el planeta" tras la muerte de su hermano y dijo que por expreso deseo de Fidel no se levantará ningún monumento, estatua o busto en su honor. También mostró la determinación de seguir adelante con la "revolución socialista". "Sí se pudo, sí se puede y sí se podrá superar cualquier obstáculo, amenaza o turbulencia de construir el socialismo en Cuba para garantizar la soberanía de la patria", dijo, antes de finalizar su discurso con un"Fidel hasta la victoria".

Horas antes, la comitiva con los restos del líder histórico de la revolución cubana recorrió las principales calles y plazas de Santiago -Fidel nació en Birán, una localidad cercana- abarrotadas de gente que batían pequeñas banderas cubanas, se protegían del intenso sol con paraguas de diferentes colores y gritaban "Yo soy Fidel", la frase que se ha convertido en el eslogan durante estos días de luto oficial. El cortejo se detuvo en los lugares más emblemáticos y simbólicos, como el cuartel de Moncada, hoy una escuela, donde todavía son visible las huellas de la batalla que libraron en la revolución los guerrilleros de Sierra Maestra y las fuerzas del régimen militar del general Fulgencio Batista a finales de la década de los cincuenta y que está asociado a la célebre frase de Fidel "la historia me absolverá".

HIMNO NACIONAL ANTE EL BUSTO DE CAMILO CIENFUEGOS

El vehículo con los restos de comandante cubano también hizo una breve parada en la plaza Marte, que alberga un busto del destacado guerrillero Camilo Cienfuegos, para que el público presente cantara de forma solemne el himno nacional. Las puertas cerradas del Iris Jazz Club y del salón de Son -la música tradicional de esta parte de Cuba-, ubicadas en la plaza, recordaban como en estos días de luto las autoridades han prohibido los espectáculos y las actividades festivas, así como vender y consumir alcohol.

Los canales de televisión, todos del Estado, han emitido todos los días sin excepción y durante las 24 horas programas dedicados exclusivamente a Fidel, incluso los informativos han sido monotemáticos. Los aficionados al fútbol, un deporte cada día más popular en la isla, se las tuvieron que ingeniar el sábado para poder ver el clásico Barcelona-Madrid. Unos jóvenes siguieron el encuentro a través de un móvil en una esquina de la plaza, hasta que un policía, alarmado por los gritos de los aficionados, les ordenó dispersarse.

ORGANIZACIÓN METICULOSA

La movilización popular, meticulosamente organizada por el Gobierno de La Habana, ha sido estos días similar en todas las ciudades y pueblos por donde ha pasado el convoy funerario, engalanadas para la ocasión con fotografías del líder fallecido y frases y consignas revolucionarias escritas por todas partes. Los centros públicos han convocado, congregado y dado las instrucciones necesarias a sus trabajadores para participar en la larga cadena humana que ha unido La Habana con Santiago de Cuba, de medio millón de habitantes y segunda ciudad de la isla caribeña.

El viernes, el artista Tomás Aviosa, de la localidad de Jiguaní, situada a un centenar de kilómetros de Santiago, se apresuraba a acabar antes de que anocheciera unos enormes plafones de madera donde con exquisita precisión escribía con grandes letras de color rojo "Hasta la victoria siempre comandante". Mientras, la responsable del Partido Comunista de Cuba de la localidad supervisaba al resto del equipo que andaba pintando una bandera cubana de grandes dimensiones bajo un puente. "Todo tiene que verse de lejos y con claridad", ordenaba y repetía una y otra vez la responsable del partido.