¿Y ahora qué?, se preguntan los opositores al régimen de Daniel Ortega, que no reconocerán los resultados de “esta farsa electoral y fraude constitucional”. El antiguo guerrillero fue reelegidopara su cuarto mandato como presidente de Nicaragua en laselecciones del domingo 6 de noviembre. Ahora con su esposa, la influyente Rosario Murillo, como vicepresidenta.

La duda en esta victoria previsible eran los datos que ofrecería el Consejo Supremo Electoral (CSE). Finalmente, ha asignado el 72,1% de los votos al Frente Sandinista de Liberación Nacional(FSLN) de Ortega, un 10% más que en las últimas elecciones. Con esta victoria el histórico líder sandinista superaría en el 2018 los 16 años en el poder del dictador Anastasio Somoza, al que derrocó después de 10 años de guerra civil en 1979, y del caudillo liberal José Santos Zelaya.

EL PRINCIPAL RIVAL, EXCLUIDO

Los nicaragüenses tenían que elegir el tándem de la presidencia, los 90 diputados de la Asamblea Nacional y los 20 representantes en el Parlamento Centroamericano. Al haber quedado excluido, por fallos judiciales y de la junta electoral, al principal rival, Eduardo Montealegre, los candidatos opositores eran desconocidos.

En el segundo país más pobre de América, solo por detrás de Haití, los beneficiarios de los programas de ayuda social, que les aportan semillas, animales y tejados de zinc para sus frágiles viviendas, fueron movilizados para votar. Según los oficialistas, la participación fue del 66,2% de los 3,8 millones de electores inscritos. Ortega y Murillo, cuyos anuncios propugnaban una Nicaragua socialista, cristiana y solidaria, votaron poco antes del cierre de las urnas en una Junta Receptora de Votos cerrada expresamente para ellos. “Algunos decían que aquí como que no hay elecciones, porque no nos estábamos insultando, porque no nos tocamos tambores de muerte, y gracias a Dios se logró este milagro”, explicó el presidente.

SIN OBSERVADORES INTERNACIONALES

Para el Frente Amplio Democrático (FAD), excluido desde junio y que promovía el boicot, solo votó el 30%. “Se trata de la mayor abstención observada en elección alguna en los últimos 30 años. Es la expresión masiva del rechazo a la farsa electoral y la culminación de la ilegitimidad”, afirmó Violeta Granera, su coordinadora, en rueda de prensa. La falta de observadores internacionales impide conocer los datos reales. Los que se dieron fueron con casi dos horas de retraso.

La jornada electoral se caracterizó por la tranquilidad, en esto sí hay coincidencia, y alegría, según los sandinistas, o apatía, según los opositores. Antes de presentarse los resultados, miles de simpatizantes sandinistas salieron a las calles de la capital, Managua, para celebrar anticipadamente la victoria de la pareja presidencial. Una organización civil, el Consorcio Panorama Electoral, denunció intimidación, amenazas y acoso durante el proceso.

EL 'GRUPO ORTEGA'

Según el economista y político sandinista durante la RevoluciónEdmundo Jarquín, que está presentando el libro 'El régimen de Ortega ¿una nueva dictadura familiar en el continente?', “el FSLN dejó de ser un proyecto político ideológico hace más de 25 años. Hoy es una corporación de negocios. El Grupo Ortega, férreamente controlado por el presidente y sus hijos, supo privatizar el enorme flujo de recursos de la cooperación venezolana”, que según sus datos equivale a una cuarta parte del PIB. Las remesas de los emigrantes suponen otro alto porcentaje de ingresos. Para Jarquín, la presidencia “afrontará ahora tiempos de vacas flacas”.

“Ahora vamos a ir juntos, en una creciente campaña de desobediencia civil, a crear nuevas condiciones para la organización, ahí donde confluya el malestar social por la persistente pobreza y las reivindicaciones político-democráticas”, insiste Jarquín en unas declaraciones al diario mexicano 'La Jornada'.