La retirada del candidato de Emmanuel Macron a la alcaldía de París, Benjamin Griveaux, por la difusión de un vídeo sexual, es algo más que una renuncia. En primer lugar, empeora las posibilidades de éxito de Macron en unas elecciones municipales (15 y 22 de marzo) que ya se presentaban con malos augurios, y, en segundo, destroza la operación política que había diseñado el presidente para recuperar a la opinión pública después de la huelga más larga que ha vivido Francia -mes y medio- por la reforma de las pensiones. Macron ha ganado el pulso a los sindicatos, al no ceder en una reforma inevitable, pero ese éxito no ha mejorado ni su imagen, lastrada por su inclinación a favorecer al establishment, ni las expectativas ante unas municipales que llegan a dos meses de que se cumpla su tercer año de mandato.

En estos tres años, el partido de Macron, La República en Marcha (LRME), no ha conseguido implantarse en el territorio y estas municipales eran la ocasión de conseguirlo, pero las afronta con candidatos con escaso peso político -salvo excepciones- y con divisiones en algunas grandes ciudades, como París o Lyon. En esta última ciudad, el presidente tuvo que intervenir personalmente para elegir entre los dos posibles candidatos a su exministro del Interior y exalcalde de Lyon, Gérard Collomb. En París, Griveaux, antes de su renuncia, competía con el matemático Cédric Villani, finalmente excluido del partido, pero que sigue en la carrera y competirá con la nueva candidata macronista, la exministra de Salud Agnès Buzyn.

Candidatos inexpertos

Uno de los problemas del macronismo, que se refleja también en el grupo parlamentario, es el amateurismo de sus candidatos, muchos de ellos llegados a la política sin experiencia alguna y encuadrados en un partido que también es de aluvión, sin una organización poderosa y disciplinada. En esas condiciones, sigue siendo determinante la voluntad del jefe, pese a que Macron presuma de ser el presidente de todos los franceses y de estar alejado de las luchas partidistas.

La debilidad de LRME ha forzado a Macron a diseñar una triple estrategia para estas municipales, con la vista fijada en el antiguo Frente Nacional, ahora llamado Reagrupamiento Nacional (RN): presentar candidato donde haya posibilidades de ganar al RN; apoyar a otras fuerzas, de derecha o de izquierda, donde el aspirante macronista no tenga opciones; y no presentarse o retirarse antes de la primera vuelta para no desperdiciar ningún voto cuando esta sea la única posibilidad de cortar el paso a la extrema derecha.

Esta revitalización del frente republicano para frenar al partido de Marine Le Pen persigue polarizar la política francesa en un enfrentamiento a dos en el que Macron siempre tiene las de ganar por la política del mal menor -la derecha y la izquierda clásicas están desaparecidas-, y con la vista puesta sobre todo en las presidenciales del 2022. El RN fue el primer partido de Francia en las últimas elecciones celebradas, las europeas del 2019, en las que superó los cinco millones de votos y aventajó a LRME en 200.000 sufragios. El objetivo de Macron es recuperar el primer puesto, pero eso no va ocurrir, salvo sorpresa mayúscula, en estas municipales.