Estamos como los habitantes de Villar del Río, en la película Bienvenido, Mister Marshall de Luis García Berlanga. Asomados a los balcones engalanados para recibir a los norteamericanos (coronabonos) que venían a sacarnos de la pobreza (esta vez del endeudamiento). Puede que la historia y los guiones se repitan y los supuestos libertadores pasen de largo otra vez.

Todo comenzó hace un par de semanas. La cancillera federal alemana Angela Merkel comparó las consecuencias económicas de la pandemia con las secuelas de la segunda guerra mundial, una imagen precisa del reto al que nos enfrentamos. El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, se animó a proponer un Plan Marshall europeo.

En cuanto la poesía descendió a lo concreto, y nueve países de la Unión Europea (UE) pidieron emitir deuda mancomunada (coronabonos), se esfumaron las buenas palabras.

El norte, representado por Alemania y Holanda, prefiere ayudas y préstamos a los afectados en condiciones favorables. ¿Ya no es como 1945? ¿Vuelve a ser la crisis del 2008 en la que los «vividores» del sur tratan de enjuagar sus deudas a costa de los «laboriosos» norteños?

el frente del «no» / La pandemia, la pospandemia y una crisis económica van a estar con nosotros unos cuantos años. Habrá tiempo para que todos reflexionen, incluido el frente del «no». Aún no ha llegado el momento procesal oportuno, necesitan tiempo para comprobar que el daño es colectivo.

La UE ha funcionado bajo un principio: sin ella estaríamos peor, nadie se atreverá a romper el invento político más extraordinario desde el imperio romano. Ya tenemos dos grietas: el brexit y una Hungría antidemocrática.

Si no se actúa de forma solidaria, la crisis pospandémica podría acabar como 1929. La Gran Depresión creó las condiciones idóneas para la pandemia del nazismo. Se supone que hemos desarrollado anticuerpos económicos para que no vuelva a suceder. Es mejor no pecar de autocomplacencia, como ha sucedido con el virus.

Estamos ante un desafío mayúsculo, el más importante de esta generación de políticos que exigirá talento en un clima de miedo al futuro, y de crecimiento de la extrema derecha. No solo está en juego la UE, también la democracia.

PLAN MARSHALL / Estados Unidos invirtió el equivalente a 200.000 millones de euros actuales a través del Plan Marshall, según los cálculos realizados en Postguerra por Tony Judt. No fue un acto de caridad, tenía cuatro objetivos: reconstruir un continente devastado, poner sus economías en marcha, bloquear la influencia soviética, que se había hecho con el control del Este, y abrir un mercado para sus productos. Con Europa en pie, EEUU se convirtió en el líder del llamado mundo libre.

Esta vez no podremos contar con los estadounidenses. Van a estar en la misma situación, o tal vez peor. No solo es la horquilla de 100.000-240.000 fallecidos estimada por Trump (más que los norteamericanos muertos en la Gran Guerra), es la economía: seis millones de parados y en ascenso. Hay expertos que proponen un plan de salvamento mundial.

NORTE Y SUR / La Unión Europea es un barco de lujo de gran tonelaje y movimiento lento. No es fácil cambiar el rumbo con 27 capitanes en el puente de mando, cada uno con sus intereses nacionales e ideas sobre el futuro de Europa.

Al Norte les sirve como está, mercado común, moneda única y Schengen, un espacio para comerciar. El mundo será muy diferente después de la emergencia sanitaria.

Para sobrevivir a este escenario multipolar, en el que China tendrá un papel dominante, se necesitará mucha Europa. Es urgente una armonización fiscal (que incluya a Holanda), una política exterior y de defensa común. Se necesita una UE federal enfocada en las personas. Si el freno histórico eran los británicos, ¿cuál es el problema ahora?

Los optimistas creen que habrá acuerdo de última hora al borde del precipicio. No se llamará eurobonos, pero tampoco será un préstamo con el hombre del saco vigilando las cuentas de los deudores.

Holanda quería investigar la causa del mayor impacto del coronavirus en España. Es una idea con una respuesta sencilla: fueron los recortes exigidos por el norte rico desde el 2008 los que han diezmado nuestra sanidad pública.

España es uno de los países más euro-entusiastas, pero no es inmune al virus de la euro-fobia que crece en el Este. Sería el escenario perfecto para Vox. En la Conferencia de Londres de 1953, los aliados condonaron a Alemania parte de la deuda que arrastraba desde 1919.

La decisión tuvo dos efectos positivos: favoreció el despertar económico alemán y ayudó a crear una cultura del pacto en un continente habituado a las guerras y al odio.