Barba poblada, pelo engominado y más largo que en el pasado, pero, sobre todo, un tono y una actitud desafiante. La primera comparecencia pública de Salah Abdeslam ante el Tribunal Correccional de Bruselas que lo juzga por el tiroteo protagonizado con la policía belga y francesa el 15 de marzo del 2016 en la calle Dries de Forest (Bruselas) no sorprendió ayer. El que durante meses fuera el hombre más buscado de Bélgica se negó a ponerse en pie ante los jueces alegando estar cansado, no confirmó su identidad ni respondió a preguntas.

«No deseo responder a ninguna pregunta», proclamó el joven francomarroquí reivindicando su derecho a mantener el mutismo en el que lleva instalado desde que fuera detenido pocos días antes de los atentados de Bruselas. «¿Entonces por qué ha accedido a venir?», le replicó la presidenta de la sala, Marie-France Keutgen.

«Me han pedido que venga, lo he hecho. Hay un proceso, soy parte del mismo. Me acusan, así que estoy aquí. Mi silencio es un derecho que tengo. Mi silencio no me convierte en culpable o criminal», respondió. Keutgen volvió a intentarlo sin suerte. «Hay pruebas tangibles y científicas. Me gustaría que se basaran en ellas y que se actuara sin ceder a la presión pública», reclamó el joven criado en el barrio de Molenbeek de Bruselas y encarcelado en Francia.

Pero el único presunto terrorista vivo de la célula yihadista que cometió los atentados de París el 13 de noviembre del 2015, en los que murieron 130 personas, sí tenía un mensaje para la nutrida audiencia -la mayoría de ellos, periodistas- que siguieron ayer la primera jornada del juicio, que no continuará hasta el jueves. «Constato que los musulmanes son juzgados y tratados de la peor manera. Sin piedad. No hay presunción de inocencia. No hay nada. Júzguenme, hagan lo que quieran conmigo, yo pongo mi confianza en Alá. No tengo miedo de ustedes, de sus aliados, asociados. Mi confianza está en Alá y eso es todo», dijo en tono de desafío.

Como telón de fondo, medidas de seguridad nunca vistas en el Palacio de Justicia de Bruselas, con controles fuera y dentro, y mucha vigilancia en los alrededores ante uno de los juicios más mediáticos de los últimos tiempos. Para empezar, por la negativa de Abdeslam a declarar ante los investigadores, porque logró esquivar a la policía durante cuatro meses y, por su vinculación con varias de las células que han atentado en Europa en los últimos años.

Dos acusados

Junto a Abdeslam, que cada día que dure el proceso será trasladado desde la prisión del norte de Francia donde está recluido, se sienta en el banquillo el tunecino Soufian Ayari, encarcelado en Lieja. A ambos se les acusa de protagonizar un tiroteo con la policía belga y francesa durante un registro policial en el piso de Forest en el que se escondían.

En aquella operación, tres policías resultaron heridos y un tercer terrorista, Mohamed Belkaid, resultó abatido por las fuerzas de seguridad. Por estos hechos están acusados de intento de asesinato de índole terrorista y tenencia ilegal de armas, cargos por los que se enfrentan a una pena de 20 años como coautores, según pidió la fiscala general, Kathleen Grosjean, durante su exposición inicial.