Un restaurante norcoreano en algún punto indeterminado del planeta necesita personal con urgencia. Su mánager y 12 trabajadoras han escapado y ya se encuentran en Seúl, ha informado este viernes el Ministerio de Unificación surcoreano. Las deserciones individuales forman parte del paisaje de la península coreana pero Seúl no está acostumbrada a las aventuras colectivas. “Es la primera vez que un grupo de norcoreanos de un mismo restaurante han decidido venir juntos a Corea del Sur”, ha desvelado Jeong Joon-hee, portavoz ministerial. Seúl es reticente a confirmar públicamente las deserciones.

El grupo llegó este jueves a Seúl. Jeong ha aclarado que decidieron escapar cuando sospecharon tras ver series televisivas surcoreanas que el cuadro de corrupción y degeneración descrito por la propaganda de Pionyang era falso. No se sabe mucho más. Seúl no ha desvelado sus identidades, el país donde está situado el restaurante ni la ruta seguida hasta alcanzar suelo surcoreano. Las autoridades les han concedido el asilo por razones humanitarias y ahora serán sometidos a un riguroso y largo interrogatorio para descartar que sean espías norcoreanos que pretenden asesinar a algún elemento hostil a Pionyang u otras aviesas intenciones.

Okryukwan es una institución en Pekín. Es una sucursal del famoso restaurante en la orilla del río Taedong en Pionyang. Su menú incluye fideos fríos de trigo y la ternera marinada a la parrilla, pero la experiencia gastronómica difícilmente podría calificarse de placentera. La mayoría de clientes acuden para echar un vistazo a retales del país más hermético del globo. La cena incluye espectáculos con esforzadas loas a la patria y los líderes de atractivas señoritas que alternan el hanbok (traje típico coreano) con ajustados vestidos de satén y zapatos de tacón, siempre con pines de cualquier miembro de la dinastía Kim.

UN CENTENAR EN CHINA

Corea del Norte tiene 130 restaurantes en el mundo. China cuenta con un centenar y el resto se reparten entre Rusia, el sur y el sudeste asiático. Seúl calcula que Corea del Norte consigue alrededor de un centenar de millones de dólares anuales a través de ellos. Son beneficios parecidos a los del complejo industrial mixto de Kaesong, cercano a la frontera y donde trabajan 45.000 norcoreanos para empresas del sur. Las últimas sanciones aprobadas por el Consejo de Seguridad de la ONU han creado problemas de abastecimiento al gremio hostelero norcoreano, señala la agencia de noticias Yonhap.

Las últimas tropelías de Pionyang han agotado la paciencia surcoreana. Seúl cerró el complejo de Kaesong y aconsejó a sus nacionales que no visitaran los restaurantes norcoreanos en todo el mundo después del ensayo nuclear del enero y el lanzamiento de un misil de largo alcance de febrero. Son de las escasas vías de ingreso de divisas de las que dispone Pionyang y que, según Seúl, alimentan su programa nuclear.

FIDELIDAD A LOS LÍDERES

El régimen estalinista no envía al extranjero a cualquiera. Son trabajadores de inmaculado historial y acrisolada fidelidad a los líderes. Un estudio reciente descarta que eso conduzca a una vida privilegiada. Fuera les esperan jornadas extenuantes y sueldos miserables, según el Centro de Información de Derechos Humanos de Corea del Norte. La organización, con sede en Seúl, desveló dos semanas atrás que se embolsan apenas entre 50 y 100 dólares mensuales a pesar de que sus sueldos nominales alcanzan los 500. El resto va a parar a las arcas norcoreanas, además de entre un 10% y un 20% en concepto de manutención y vivienda.

El informe, elaborado con la información de una veintena de trabajadores desertores, señala que padecen jornadas de hasta 17 horas y solo disponen de un día de descanso mensual. La organización citó el caso de uno privado de descanso durante tres meses.

CONDICIONES INFRAHUMANAS

Muchos soportan condiciones infrahumanas, especialmente en Rusia, sin calefacción para defenderse del frío. “Viven como en campos de refugiados”, describió Yoon Yeo-song, director de los Archivos de Derechos Humanos en Corea del Norte. Eso explica que muchos intenten la huida hacia China o Corea del Sur.

Unos 100.000 trabajadores son enviados a una cuarentena de países como China, Rusia, Mongolia, un sensible incremento respecto a los 20.000 del 2010. Pionyang recibe anualmente a través de ellos entre 200 y 300 millones de dólares anuales, vitales para una economía estrangulada por las continuas sanciones internacionales.