No es un debate nuevo en Alemania ni tampoco en la Unión Europea (UE), pero el envenenamiento del líder opositor ruso Alekséi Navalni ha avivado las discrepancias sobre el proyecto Nord Stream 2. El Gobierno federal alemán no descarta la paralización del conducto de gas ruso que debería asegurar el abastecimiento energético de Alemania y de la UE. «Es erróneo descartarla», dijo hace unos días el portavoz de Angela Merkel, Steffen Seibert, en referencia directa a la posición de la cancillera.

Esto supone un cambio fundamental en la postura de Merkel, hasta ahora una férrea defensora del Nord Stream 2 pese a las críticas al gasoducto de 1.230 kilómetros de longitud a través del mar Báltico y del que solo faltan 120 por terminar. Las obras llevan meses paralizadas tras las amenazas del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de imponer más sanciones a empresas involucradas en el proyecto. Washington asegura que la UE pasaría a depender del gas ruso.

El debate en el seno de la Unión Europea sobre Nord Stream 2 —un proyecto europeo, pero cuyo principal promotor ha sido Berlín— amenaza con abrir fuertes grietas dentro del Gobierno federal de la gran coalición conformado por los democristianos de la CDU y los socialdemócratas del SPD.

División territorial

Los primeros ministros de los cinco estados federados germanoorientales más el de Berlín —es decir, los territorios de la desaparecida República Democrática Alemana— firmaron recientemente un documento que defiende la culminación del proyecto de la tubería.

Los seis jefes de gobierno, de la CDU, el SPD y La Izquierda advierten de que la cancelación de un proyecto prácticamente acabado tendría «importantes consecuencias» económicas y para el abastecimiento energético. Junto a otros países del este europeo, Rusia sigue siendo un importante mercado para el sector privado germanooriental.

El Parlamento federal alemán también se ha convertido en escenario de las diferencias en torno al Nord Stream 2. Mientras Los Verdes piden cancelar un proyecto que consideran un peligro para «la soberanía de la política exterior» y «para los objetivos climáticos europeos», La Izquierda —partido conformado por excomunistas y antiguos socialdemócratas— cree que su paralización sería un golpe a las decisiones soberanas de Alemania sobre su propio abastecimiento energético.

Para el Kremlin, la suspensión del proyecto Nord Stream 2 constituiría un enorme varapalo económico en un momento de necesidad para las arcas económicas de Rusia. El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, ha reiterado que se trata de una infraestructura que beneficiará a ambos países. «Hay que dejar de mencionarlo en medio de cualquier politización; es un tema comercial completamente en línea con los intereses de Rusia y de países de la Unión Europea, en particular Alemania», declaró el portavoz del Kremlin. Como medida adicional de presión, Gazprom envió un buque desde San Petersburgo a Mukran, la base de suministros de la polémica tubería en Alemania.

Según la consultoría Artur D Little, el principal país beneficiario de la tubería a concluir es Rusia, con un impacto superior a los 6.000 millones de dólares (5.100 millones de euros) en su economía, seguido por Alemania, aunque con un impacto cercano a la mitad.

Existe en Europa toda una corriente de pensamiento que cada vez más hace sentir su voz y que abomina de la idea de entregar tan jugosa cifra a un país que en el fondo es un enemigo y apoya abiertamente movimientos eurófobos y de ultraderecha, e incluso se investiga si estos reciben algún tipo de financiación por su parte.

Uno de los principales inconvenientes del proyecto radica en que deja en muy mala posición a Ucrania, país por el que atraviesa la tubería Nord Stream 1 y una importante fuente de ingresos para el país eslavo. En esta línea se manifiesta Andriy Kobolev, presidente de Naftogaz, la empresa estatal del petróleo y el gas de Ucrania, quien ha declarado que si Nord Stream 2 es finalizado, su país perderá 3.000 millones de dólares, «una cantidad muy importante» para la economía del país.

Además, la primera tubería concede al Gobierno de Kiev uno de los pocos elementos de presión con que cuenta frente a sus disputas con su poderoso vecino del este, con el que mantiene en la actualidad importantes diferendos.

El paso del gas por territorio ucraniano hacia los mercados en Europa Occidental y Central depende de la buena voluntad de Kiev, que siempre puede cortar el suministro. Si el Nord Stream 2 comienza a funcionar, esa palanca frente a Moscú desaparece. H