Boris Johnson provocó una reacción vitriólica en la Cámara de los Comunes al tratar de explotar la tensión del 'brexit' con una retórica agresiva y violenta, que le valió este jueves la condena de políticos de todos los partidos. La noche anterior, después de verse forzado a volver a los Comunes por la sentencia del Tribunal Supremo, Johnson lanzó bocanadas de bilis contra los diputados con el objetivo premeditado de provocar una moción de censura, que le lleve a la convocatoria de las elecciones generales que está buscando.

El primer ministro fue condenado por utilizar un "lenguaje peligroso" cuando acusó al Parlamento de "traición" y de "sabotear" el 'brexit'. A la ley votada para impedir una salida de la Unión Europea sin acuerdo la calificó en una quincena de ocasiones de "ley de rendición" y "ley de capitulación". Habló de las elecciones generales como "el día del ajuste de cuentas" y acusó al líder laborista, Jeremy Corbyn, de mantener al país "cautivo en la Unión Europea". La laborista Paula Sherriff le pidió que midiera sus palabras porque había diputados, y sobre todo diputadas, amenazados de muerte y recordó lo ocurrido con la diputada laborista Jo Cox, asesinada por un miembro de la extrema derecha. Johnson respondió que jamás había oído "tal cúmulo de patrañas" y añadió, hundiéndose un poco más en el fango, que lo mejor que se puede hacer por la memoria de Cox, una defensora de la permanencia en Europa, era votar el 'brexit' Diputados indignados gritaban: "deberías estar en la cárcel".

Fue una noche en la que nadie estuvo a la altura, como subrayaría el presidente de la Cámara, John Bercow. "He pasado más horas de las que pueda recordar en los Comunes y esta ha sido la (sesión) más brutal que jamás haya visto", señalaba la jefa de política de la BBC, Laura Kuenssberg, coincidiendo con otros muchos veteranos corresponsales políticos. Hasta Rachel Johnson, la hermana del primer ministro, condenó el lenguaje de su hermano, que tachó de "muy mal gusto" y "altamente censurable".