Nubes de estudiantes, señores vestidos de caballeros templarios, parroquianos llegados desde todo el país y familias con ánimo reivindicativo ocuparon ayer parte del National Mall para manifestarse contra el aborto en la gran Marcha por la vida que desde hace casi medio siglo se celebra en Washington. Una marcha que este año ha tenido un significado especial porque, por primera vez, ha contado entre sus participantes con la máxima autoridad del país. Donald Trump se convirtió en el primer presidente en dirigirse a las decenas de miles de participantes desde la tribuna de oradores situada entre el Capitolio y el Monumento de Washington. Su participación en pleno año electoral puede leerse como un intento de capitalizar las políticas antiabortistas de su Administración, un asunto capital para muchos votantes católicos y evangélicos.

«Todos nosotros entendemos la verdad eterna de que cada niño es un regalo precioso y sagrado de Dios», dijo el presidente tras recibir una sonora ovación de los asistentes, muchos de ellos ataviados con gorras de Make America Great Again y Trump 2020. «Juntos debemos proteger, jalear y defender la dignidad y la santidad de cada vida humana». Trump aprovechó la ocasión para recordar la larga lista de medidas adoptadas por su Administración contra los derechos reproductivos de las mujeres, una agenda que se ha visto acompañada por la aprobación de leyes extraordinariamente restrictivas en numerosos estados republicanos. En algunos de ellos no quedan clínicas para interrumpir el embarazo.

«El aborto es simplemente un asesinato», decía Allen Doherty, una enfermera de 59 años y madre de nueve hijos que llegó en autobús desde Pensilvania acompañada por varias amigas de su parroquia. «No debería permitirse en ninguna circunstancia porque el niño nunca es responsable de horrendos crímenes como la violación o el incesto. Y si la madre no puede ocuparse de su hijo, siempre hay muchas familias dispuestas a adoptar».

El movimiento antiabortista se ha envalentonado desde que Trump impusiera una mayoría de jueces conservadores en el Tribunal Supremo y quierw que la máxima autoridad judicial del país reconsidere Wade vs Roe, la sentencia que legalizó el aborto en EEUU en 1973, año en el que empezaron las marchas, que en otras ediciones contaron con los Reagan y los Bush.

Trump no siempre tuvo el apoyo cristiano. fue un firme defensor del aborto hasta 2012, cuando contempló seriamente presentarse a las presidenciales.