El caos se extiende en el Meditarráneo y, con él, el drama de las personas que han huido de la guerra, la violencia, la persecución o la miseria. Dos embarcaciones están bloquedas en el mar y necesitadas de ayuda a la espera de poder desembarcar a los rescatados que llevan a bordo, una situación como la que vivió el Aquarius antes de que el Gobierno español ofreciera el puerto de València. El barco Lifeline de una oenegé alemana espera con 230 personas a bordo en aguas internacionales cerca de Malta mientras el buque mercante Alexander Maersk lleva a otras 113 y se encuentra cerca de Pozzallo, en la isla italiana de Sicilia.

En vísperas de la cumbre sobre inmigación convocada para hoy en Bruselas por el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, no se vislumbra solución para estas para estas dos embarcaciones.

Joseph Muscat, primer ministro de Malta, ha pedido a Lifeline que se aleje de la isla tras considerar que su país no es responsable de este buque. Muscat ha criticado que la oenegé no hiciera caso de las indicaciones de la Guardia Costera italiana, que le pidió que no interviniese en el rescate de 230 personas, de las que se iba a hacer cargo Libia.

Por su parte, Italia ha cerrado definitivamente sus puertos «a todas las oenegés» que salvan vidas en el Mediterráneo central. La Guardia Costera de Roma publicó ayer una ordenanza invitando a las barcos de las organizaciones humanitarias a «dirigirse a las autoridades de Libia». Se trata de un país que no solo no ha firmado nunca las Convenciones de Ginebra (1864-1980) sobre derechos humanos, sino también con dos gobiernos, dos parlamentos, dos ejércitos y varios centenares de milicias que luchan, entre otros, por el negocio de las migraciones. Esta decisión supone en la práctica que el centro de socorro de la Marina de Roma, que desde hace años coordina todas las operaciones de salvamento, ha dejado de existir para las naves humanitarias.

Por encima de su capacidad / La nave Lifeline socorrió la noche del pasado miércoles a 230 emigrantes y los cargó a bordo (su capacidad es para 50 personas). Al día siguiente participó en el rescate de otras 110 personas que transifirió al mercantil danés Alexander Maersk, que espera desde el viernes una autorización italiana frente al puerto de Pozzallo.

Otros tres buques de oenegés (Astral, de Gran Bretaña y Sea-Watch y Seefuchs, con bandera de Holanda) se encuentran frente al puerto de La Valletta (Malta), mientras el Aquarius y el Open Armas ya se encuentran en la zona de «rescate y salvamento» .

Desde la Lifeline informan que se encuentra al sur de Malta, en aguas internacionales» y que «algunas provisiones se han agotado». «Necesitamos realizar un viaje para abastecer la nave», afirman desde la oenegé, citando fármacos y mantas. Las autoridades holandesas han desmentido que la bandera de Lifeline sea de su país. Sin embargo, el registro internacional de navíos (IMO) la tiene clasificada con el número 6825842 y como bandera de Holanda desde el 2009.

Lifeline explicó que la situación en el barco «es estable», aunque insistió en que, «según las directrices de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) sobre el tratamiento de personas rescatadas en el mar, estas deben ser llevadas a un lugar seguro sin dilaciones ni dificultades indebidas». Al mismo tiempo reprochó la falta de responsabilidad de los países europeos en la gestión de la crisis y pidió que la cumbre de hoy sirva para que la UE «detenga el juego con vidas en el mar y proporcione una solución de inmediato».

Desde el jueves pasado España y Francia están en contacto con Malta e Italia para ayudar a resvolver el caso. Las oenegés Sea-Eye y Sea-Watch aprovisionarán al buque «para mantener la situación estable».