El escándalo de las presiones de Donald Trump a Ucrania para investigar a su rival Joe Biden que le ha valido el inicio del 'impeachment' se está convirtiendo en un culebrón con goteo diario de nuevas revelaciones en los medios de EEUU. La última, este viernes, es que dos enviados del presidente de EEUU redactaron un comunicado dirigido al presidente ucraniano, Volodymyr Zelenski, que comprometería al país a investigar a los rivales políticos de Trump. Esto ocurrió el agosto, semanas después de la polémica llamada de Trump a Zelenski, según publican 'The New York Times' y 'The Washington Post'.

Esta nueva información, revelada por tres fuentes que tuvieron conocimiento de este encargo del presidente, es una nueva evidencia, subraya el Times, de que cómo las "fijaciones" del presidente llevaron a diplomáticos estadounidenses a adaptar la política exterior de EEUU a la agenda de Trump.

El documento en cuestión fue elaborado por Gordon D. Sondland, embajador de EEUU en la UE, y Kurt D. Volker, entonces enviado especial del Departamento de Estado a Ucrania. Volker, que dimitó hace unos días a raíz del escándalo, ha explicado a los congresistas demócratas que investigan el caso que el abogado de Trump Rudolph Giuliani les dio instrucciones para redactar el texto. Al final, Ucrania no hizo público el comunicado.

Los congresistas demócratas que investigan el caso han hecho públicos una serie de documentos que evidencian que Volker y Sondland, así como el asesor de Zelenski Andriy Yermak, tenían claro que Trump no recibiría a Zelenski en el Despacho Oval si antes Ucrania no se comprometía a emitir un comunicado oficial anunciado las investigaciones a los Biden.

PETICIÓN A CHINA Y UCRANIA

Mientras, Trump maniobra para intentar zafarse del 'impeachment'. En las últimas horas el presidente ha pedido públicamente a China y Ucrania que investiguen a los Biden. Esa petición hecha en privado es la que le valió el inicio del proceso que puede culminar con su destitución.

La petición de Trump, al menos en la superficie, desafía toda lógica. No solo ratifica la petición de injerencia extranjera en el proceso electoral estadounidense (algo que ya hizo cuando era candidato pidiendo en el 2016 a Rusia que buscara 30.000 correos electrónicos de Hillary Clinton) sino que la amplía ahora a Pekín. En la explosiva declaración, no obstante, laten indicios de una táctica, o incluso de una estrategia, para tratar de guiar a su favor el foco de las investigaciones o la cobertura mediática.