La vuelta al colegio en Francia de unos 12 millones de alumnos a partir del 11 de mayo está siendo un verdadero quebradero de cabeza para los centros educativos, que se preparan a tientas para el desconfinamiento paulatino a falta de directrices concretas del Gobierno. Tal y como adelantó hace días el ministro de Educación, Jean Michel Blanquer, la reapertura será escalonada a lo largo de tres semanas y los grupos de un máximo de 15 alumnos, pero hay todavía muchos interrogantes sobre fechas concretas y zonas escolares. Lo único seguro hasta ahora es que serán los padres quienes decidan si llevan o no sus hijos al colegio. Es decir, que no será obligatorio.

El presidente Emmanuel Macron anunció el 13 de abril el regreso a las aulas a pesar de que el Consejo científico que asesora al Gobierno era partidario de esperar a septiembre. En todo caso, el órgano asesor ha emitido una serie de recomendaciones.

Además de mantener la distancia social, lavarse las manos y usar mascarilla en el caso del personal docente y los alumnos mayores de 11 años, preconiza que coman en su mesa de clase y organizar las entradas y salidas del aula de manera que no se crucen alumnos de diferentes clases. Habrá que desinfectar espacios comunes varias veces al día y adaptar el ritmo lectivo para facilitar la distancia social (turnos de mañana o de tarde o días alternos). Los padres tendrán que tomar la temperatura del niño antes de llevarlo al colegio y si presentara síntomas ya en el centro, abandonarlo. Los pequeños tendrán que lavarse las manos con agua y jabón antes de cada clase, antes y después de comer y al salir y siempre que se manchen, y secarse las manos con toallas de papel desechable.

El principal sindicato francés de profesores, el SNPDEN, ha juzgado como «inviable» y «misión imposible» la aplicación de las recomendaciones de seguridad si se tiene en cuenta que el personal no estará al 100%.

El primer ministro, Edouard Philippe, detallará hoy los planes para la fase de desescalada y si las mascarillas son obligatorias o no en los transportes públicos, mientras aumenta la desconfianza hacia el Gobierno. Solo el 39% de franceses le ve capaz de hacer frente a la pandemia, siete puntos menos que hace una semana, según el sondeo de Ifop.