Los rumores sobre la salud de Kim Jong-un han devuelto el foco a Corea del Norte en tiempos de coronavirus. Su estado varía según las fuentes consultadas, desde la gravedad más alarmante que legitima las quinielas sucesorias a la tranquila recuperación. Es otro de esos ovillos de conjeturas en los que cuesta orientarse pero el paso de las horas ha ido limando la trascendencia original. La información más verosímil llegaba ayer por la mañana del portal de noticias Daily NK. Kim fue sometido a una intervención quirúrgica por un problema cardiovascular el 12 de abril en un hospital del condado de Hyangsan, fue trasladado a una de sus villas en el Monte Kumgang y su recuperación es prácticamente completa. Daily NK es un medio bajo el paraguas de Seúl, gestionado por desertores y que se ha apuntado exclusivas reseñables. No es raro que el NIS, la poderosa agencia de espionaje surcoreana, consulte al medio.

La cadena CNN anunciaba pocas horas después que Kim Jong-un estaba en «grave peligro» tras la operación y citaba a una fuente militar estadounidense anónima con presunto conocimiento directo. El currículo de Washington en Corea del Norte es menos lustroso. La CIA ha confesado que Pionyang es su mayor y más sostenido fracaso e imaginarse a una de sus fuentes con acceso a palacio exige un consierable auto de fe. El dictador fuma compulsivamente, exhibe una obesidad extrema (135 kilos para 1,70 centímetros) y no hay más noticias de su ejercicio físico que las recientes fotos montando un caballo en el sagrado Monte Paektu.