El controvertido presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte -que se ha propuesto acabar con el narcotráfico aunque sea a base de ejecuciones extrajudiciales- está haciendo amigos en el exterior. Con su ya conocido estilo del exabrupto, Duterte ha provocado una nueva polémica al llamar "homosexual" e "hijo de puta" al embajador de EEUU, Philip Goldberg. Hace unos meses llamó "hijo de puta" al Papa por provocar importantes atascos en Manila.

La respuesta estadounidense no se ha hecho esperar y Washingtonha llamado a consultas al embajador filipino en EEUU para pedir explicaciones.

En tagalo, un dialecto filipino, el presidente ha dejado claras sustendencias homófobas cuando ha cargado contra el embajador norteamericano en una entrevista en televisión.

El abogado, de 71 años, ha sido elegido por una gran mayoría de filipinos tras una campaña populista en la que, además de proferir insultos constantes a sus adversarios políticos, prometió acabar con la delincuencia vinculada al tráfico y consumo de drogas a cualquier precio, incluido dar muerte a los sospechosos en controvertidas operaciones policiales donde el delincuente acaba muriendo sin ser detenido ni llevado a juicio.

En poco más de un mes de mandato, 600 sospechosos han perdido la vida a manos de la policía (alrededor de 400) y depatrullas civiles de vigilancia (200) que cuentan con el beneplácito de la policía. Las últimas también son conocidas como"escuadrones de la muerte".

Filipinas es uno de los países más próximos a Estados Unidos en el sureste asiático, especialmente en el contexto de las diferencia territoriales con Pekín en el mar de la China.