Cuando en el 2006 Ellen Johnson Sirleaf asumió la presidencia de Liberia, sabía a qué se enfrentaba. No solo se convertía en la primera mujer en liderar una nación africana, sino que tenía ante sí el difícil reto de reconstruir un país devastado por una guerra que había durado 14 años y había dejado más de 250.000 muertos y un millón de desplazados.

Ahora, tras 12 años en el Gobierno, dos mandatos presidenciales y un premio Nobel de la Paz en el 2011, Sirleaf cederá su cargo al exfutbolista y vencedor de los últimos comicios que se celebraron el pasado 26 de diciembre, George Weah. El nuevo Ejecutivo deberá tomar las riendas de un país fracturado por las consecuencias catastróficas que dejó el brote de ébola en el 2014.

En sus inicios, tras su primera victoria electoral en el 2005, Sirleaf lideró un proceso de transición establecido en los acuerdos de paz firmados en Ghana. Una misión nada fácil teniendo en cuenta que el conflicto había terminado solo dos años antes.

La flamante presidenta consiguió levantar la economía del país. Durante sus primeros años en el poder, Liberia logró un crecimiento anual del PIB que oscilaba entre el 7% y el 8%. Una bonanza económica que repercutió en una mejora de la esperanza de vida de la población, que pasó de 56 a 62 años.

Sin embargo, tras una trágica epidemia de ébola en el 2014, el país volvió a hundirse en la pobreza y la desgracia. La oleada de esta enfermedad se focalizó en un país sin un sistema sanitario en condiciones. Los casi 5.000 muertos por la infección en Liberia lo dejaron en evidencia.

La crisis del ébola ha traído desastres humanitarios y económicos. El año pasado el PIB cayó un 1,6% y, en la actualidad, la mitad de la población vive con menos de dos dólares al día en un país convertido en uno de los diez más pobres del mundo.

La Dama de Hierro, tal y como la conocen algunos, ha sido criticada por activistas sociales que cuestionan sus escasos esfuerzos en la lucha por los derechos de las mujeres. Pese a ser con el Nobel de la Paz por su «lucha no violenta en favor de la seguridad de las mujeres», sus promesas electorales de aumentar la presencia femenina en la esfera política no se han materializado. En la primera vuelta de las elecciones de este año, solo había una mujer entre los más de 20 candidatos de su partido.