La presión de Estados Unidos para forzar la salida de Nicolás Maduro del poder no se detiene. En momentos en los que los vuelos internacionales a Caracas amenazan con transformarse en una excepcionalidad, Washington quiere ir más lejos en sus sanciones e impedir el comercio de combustible para aviones civiles o militares con destino a ese país. Un primer indicio de esta política tuvo lugar días atrás cuando no pudieron utilizarse dos naves estacionadas en Lima que debían llevar de vuelta a Venezuela a 180 personas que intentaron radicarse en Perú. Hasta el momento, la venta de diésel a Venezuela es considerada legal por EEUU debido a razones humanitarias.

La noticia se conoce cuando los problemas para la obtención de gasolina aumentan de manera alarmante. En un país que vive de sus exportaciones de crudo y que cuenta con las reservas probadas de petróleo más grandes del planeta (unos 300.000 millones de barriles), un litro de gasolina cuesta 0,01 centavos de dólar. Un huevo se paga 0,16 dólares (unos 100 bolívares soberanos) y equivale a 93,3 millones de litros de combustible. A pesar de esa virtual gratuidad, se forman largas colas para llenar los depósitos de los vehículos en los estados de Táchira, Aragua, Carabobo, Lara y Mérida. De acuerdo con el portal 'Tal Cual', los ciudadanos pasan hasta 72 horas en colas interminables para cumplir sus objetivos. Según el diario 'El Nacional', solo el 15% de las estaciones de servicio del país funcionan normalmente. Como ha ocurrido semanas atrás con la provisión de energía eléctrica y el agua, el Gobierno trata de garantizar la gasolina en Caracas y la periferia, las zonas políticamente más sensibles del país, en detrimento de regiones del interior.

Los especialistas relacionados con la oposición señalan que Petróleos de Venezuela (PDVSA) posee seis refinerías en el territorio de las cuales solo funciona Amuay en el estado Falcón, y al 10% de su capacidad. La producción se ha visto afectada por las sanciones económicas norteamericanas y cuestiones de gestión estatal. PDVSA producía en los años de apogeo del chavismo unos dos millones de barriles diarios de petróleo. Las autoridades pensaban triplicar esa cifra. Pero a partir del 2015, y al calor de la agudización del conflicto político interno, los planes no solo se tornaron irrealizable sino que se retrocedió a niveles insospechados. En marzo de este año, la producción diaria fue de 740.000 barriles. El diputado opositor José Guerra asegura que el Gobierno está comprando unos 100.000 barriles diarios a productores extranjeros a 85 dólares por barril, lo que representa un gasto diario de 8,5 millones de dólares, una suma exorbitante para un país con muy pocas divisas. La escasez de combustible impacta a su vez en la distribución de alimentos y la generación de electricidad.