Tras seis años de advertencias y seis meses de ultimátum a Rusia ante su incumplimiento del Tratado de Fuerzas Nucleares de Rango Intermedio (INF por sus siglas en inglés), Estados Unidos certificó ayer el abandono formal del pacto que Ronald Reagan y Mijail Gorbachov firmaron en 1987. La Administración de Donald Trump cuenta con el «respaldo total» en la decisión de la OTAN, que también responsabiliza al Gobierno de Vladimir Putin del colapso de un acuerdo que limitó el desarrollo, las pruebas y el despliegue de misiles de medio y corto alcance con capacidad nuclear y contribuyó a relajar en plena guerra fría la carrera de armas y la amenaza de un conflicto atómico, tensiones que ahora se reactivan.

En un comunicado emitido ayer, Mike Pompeo, secretario de Estado de EEUU, declaró que «Rusia es la única responsable de la muerte del tratado». El jefe de la diplomacia estadounidense señaló en concreto a la violación del pacto que representa el misil de crucero ruso 9M729, cuya construcción inicialmente Rusia negó para luego defender que está por debajo del rango de 500 kilómetros (el INF regulaba misiles con alcances desde esa distancia hasta los 5.500 kilómetros). Las mismas palabras se leen en el comunicado de la OTAN, en el que la Alianza Atlántica promete responder «de forma mesurada y responsable» a los »riesgos significativos» que representa el 9M729. «No queremos una nueva carrera de armas y no tenemos intención de desplegar nuevos misiles nucleares en Europa», dijo en rueda de prensa el secretario general, Jens Stoltenberg.

El ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia confirmó que el tratado está «formalmente muerto». Y el colapso definitivo de un pacto que desde que entró en vigor contribuyó a que Washington y Moscú redujeran un 80% su arsenal nuclear desata numerosas alarmas, especialmente al llegar en un momento en el que ha vuelto a elevarse el riesgo de confrontación con Irán y cuando Corea del Norte mantiene su programa nuclear militar pese a las negociaciones directas entre Trump y Kim Jong-un.

Entre las voces de alerta sonó la del secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, que advIrtió de que la desaparición del INF «probablemente elevará, no reducirá, la amenaza que representan los misiles balísticos». El mundo, dijo Guterres, ha perdido «un freno de valor incalculable a la guerra nuclear».

Aunque las advertencias a Rusia comenzaron ya en el 2013, bajo la Administración de Barack Obama, han culminado durante el Gobierno de Trump, cuyos planteamientos intensifican la preocupación. El mandatario quiere entrar, según Pompeo, en «una nueva era que vaya más allá de los tratados bilaterales del pasado» y ha dejado claro su objetivo de incluir en pactos multilaterales a China, actualmente no sujeta a tratados de no proliferación.

«De ahora en adelante, EEUU insta a Rusia y China a que se unan a nosotros en esta oportunidad de ofrecer resultados reales de seguridad a nuestros países y al mundo entero», reza el comunicado de Pompeo. Se obvia, no obstante, uno de los problemas fundamentales de esa estrategia: en mayo, cuando Trump dijo que había discutido con Putin la posibilidad de un pacto trilateral, Pekín respondió anunciando que «China no participará en ninguna negociación de un acuerdo de desarme nuclear». La mayoría de expertos cree que China ha amasado el arsenal más avanzado del mundo de misiles, aunque de momento están armados con cabezas convencionales y no nucleares.

Para expertos como Jan Techau, que hizo un análisis para The Washington Post, el paso de EEUU es la «prueba más visible» de los cambios geopolíticos actuales. «Washington ha calculado que merecía la pena sacrificar la estabilidad europea para recuperar paridad estratégica con China en este terreno», dijo el experto del German Marshall Fund. «Tan comprensible como es en el nivel global, es una tragedia para Europa».

una nueva carrera de armas / Con la presencia en su Gabinete de halcones como el asesor de seguridad nacional, John Bolton, Trump tiene también en su punto de mira el desmantelamiento de un tratado aún más significativo que el INF, el New START, que desde el 2010 limita el número de cabezas nucleares estratégicas o de largo alcance desplegadas por EEUU y Rusia y que expira en febrero de del 2021. Esta misma semana, en un discurso, Bolton dijo que es «improbable» que se renueve un pacto que calificó como «fallido desde el principio».

Todo eleva el riesgo de una nueva carrera de armas y el analista militar Pavel Felgenhauer vaticinó en declaraciones a AFP que «veremos el desarrollo y despliegue de nuevas armas». Rusia ya anunció que construirá los misiles que hasta ahora prohibía el INF y EEUU tiene planes para empezar a probar nuevos misiles tan pronto como este verano.

El Pentágono, que en la actual partida presupuestaria contaba con 48 millones de dólares para las respuestas militares a potenciales violaciones rusas del INF, ha solicitado casi 100 millones de dólares para el año fiscal del 2020.

La incógnita, además, es dónde se desplegarían los nuevos sistemas. «No creo que los europeos quieran tenerlos», le dijo a The New York Times Gary Samore, que fue responsable de estrategia nuclear en el Consejo de Seguridad Nacional de Obama.