Las conversaciones de paz sobre Siria empiezan a dar sus frutos. Tras casi cinco años de guerra y más de 470.000 víctimas mortales, según un último recuento, las potencias internacionales, encabezadas por los Estados Unidos y Rusia, han acordado esta mañana un alto al fuego. Este “ambicioso” pacto pretende que se detenga la violencia en el país árabe en el plazo de una semana.

Después de seis horas reunidos en la ciudad de Múnich, el Grupo Internacional de Apoyo a Siria también ha establecido como punto fundamental “acelerar y ampliar” de forma inmediata la ayuda humanitaria. Las duras imágenes de Madaya, donde la población siria quedó atrapada entre los bombardeos y desprovista de recursos durante seis meses, han tenido su efecto.

El diálogo de paz, en el que también participan Turquía, Irán, Alemania, Reino Unido, Francia, Arabia Saudí, Catar y Egipto ha acordado poner en marcha un grupo de trabajo en el marco de las Naciones Unidas (ONU) presidido por estadounidenses y rusos para que se siga negociando sobre una base común para que el cese de la violencia sea “duradero”. El mayor grupo de la oposición siria se ha mostrado satisfecho pero cauto. “Las palabras deben de ser seguidas por la acción”, ha remarcado su portavoz, Salim al Muslat, que añadió: "si vemos su aplicación, nos veremos pronto en Ginebra" (sede de las hasta ahora frustradas negocaciones de paz).

CAZA A LOS TERRORISTAS

Las conversaciones han permitido una mayor sintonía entre losEstados Unidos y Rusia. El secretario de Estado de EEUU, John Kerry, ha celebrado que se ha pasado de “animar” a alcanzar una tregua a establecer "específicamente un proceso y un calendario”. Por su parte, el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, se ha mostrado optimista con la intención de coordinar la acción militar de Rusia y la coalición internacional. “Aplaudimos este cambio cualitativo”, ha remarcado el jefe de la diplomacia rusa.

A pesar del pequeño progreso logrado sobre el papel, la reunión en Múnich ha vuelto a evidenciar importantes discrepancias entre las dos principales potencias. En el cese de las hostilidades se contempla como excepciones las acciones defensivas y los ataques contra grupos terroristas. Este segundo punto es especialmente frágil y difícil de gestionar. Mientras que Rusia y Siria consideran que la oposición rebelde son “entidades terroristas”, los Estados Unidos los apoyan y creen que hay que combatir especialmente las milicias del grupo autodenominadoEstado Islámico y del frente Al-Nusra. Con Turquía dentro del grupo de negociación se espera que haya nuevas fricciones sobre el papel de los kurdos, esenciales en la lucha contra el yihadismo.

Esta diferencia de consideración y definición ya fue un lastre demasiado pesado en las conversaciones de paz de Ginebra, que se cancelaron sin acuerdo alguno el pasado 4 de febrero. Entonces la oposición se negó a proseguir sus contactos con el régimen de Al Asad si este no frenaba antes su ofensiva. Damasco y sus aliados rusos mantuvieron los ataques aéreos ganando terreno a los rebeldes en la dividida Alepo y obteniendo así una mejor posición de fuerza que no se aceptó al otro lado de la mesa. Una vez más el distanciamiento entre Washington y Moscú fue latente. Kerry calificó las maniobras militares de “acción agresiva” y Lavrov legitimó la ofensiva para tomar el control de las zonas arrebatadas “ilegalmente” por los rebeldes.

EL FUTURO DE AL ASAD

Con la vista puesta en el final de unas negociaciones exitosas, las grandes potencias también difieren en el papel de Bashar Al Asad. A pesar de que tanto Rusia como los EEUU coinciden en apuntar que el pueblo sirio debe decidir como articular el país después de la guerra con un Gobierno de transición, unos apoyan al autócrata mientras que los otros no le quieren en sus planes de futuro. "Estamos convencidos de que el único modo de que Siria sobreviva y florezca es el proceso político”, ha afirmado Kerry.

Un futuro pacífico para el país árabe aún queda lejos. Por eso los mandatarios han insistido en no hacerse “ninguna ilusión” y “seguir trabajando” teniendo presente que será necesario que todas las partes hagan concesiones para llegar a un acuerdo de consenso. El rol que Irán, principal aliado de Al Asad en la región, pueda jugar sobre el terreno, especialmente tras su reintegración en el tablero diplomático tras el levantamiento de las sanciones, también será esencial. De momento el acuerdo tan solo está plasmado en el papel y hace falta ver como se aplica en la realidad. “Aún no podemos decir que se trata de un gran avance, conocemos la experiencia del pasado”, ha alertado el ministro de Exteriores alemán, Frank-Walter Steinmeier.