La sangría del empleo continúa en Estados Unidos, aunque comienza a moderarse. Más de tres millones de estadounidenses solicitaron la semana pasada el subsidio de desempleo, una cifra que alcanza ya los 33,5 millones de parados desde que el país puso en marcha el cierre de los negocios no esenciales a finales de marzo. La destrucción de empleo generada por el coronavirus no tiene precedentes desde la Gran Depresión de los años treinta del siglo pasado, aunque algunos economistas consideran que se podría haber tocado fondo. Más de la mitad de los estados del país han iniciado esta semana la desescalada para reabrir gradualmente sus economías, a pesar de que ninguno de ellos cumple con los cuadros sanitarios establecidos por la Casa Blanca para entrar en la fase 1, según un análisis de la revista Time.

Los 3,2 millones de nuevos solicitantes de la prestación están todavía muy por encima de los 700.000 parados que constituían hasta ahora la cifra récord de parados en una sola semana desde que comenzaron los registros en 1967. Pero es también el número más bajo de reclamaciones del subsidio desde que comenzó la pandemia. La última semana de marzo fue la peor, con casi 7 millones de nuevos desempleados.

«El declive ha sido muy acentuado, lo que abre la posibilidad de que hayamos tocado fondo rápidamente», dijo Michael Moran, economista de Daiwa Capital Markets, al Wall Street Journal. La debacle laboral empieza a reflejarse en el Producto Interior Bruto (PIB), que se contrajo un 4.8% en el primer trimestre del año, la peor contracción desde la recesión que siguió a la crisis financiera del 2008. La previsión de los economistas, sin embargo, apunta a que todo será bastante peor en el periodo entre mayo y junio, cuando se espera una contracción que podría alcanzar el 30% del PIB, una cifra inaudita en casi un siglo. En gran medida dependerá del resultado de la incipiente reapertura económica en varios estados.