El trabajo sigue desapareciendo bajo el golpe del coronavirus en Estados Unidos y son ya más de 26 millones de estadounidenses los que se han sumado a las listas del paro desde que estalló la crisis. Los últimos 4,4 millones lo hicieron en la semana que acabó el 18 de abril, según los datos publicados ayer por el Departamento de Empleo.

La cifra representa una ligera mejoría respecto a la semana anterior, cuando 5,2 millones de personas solicitaron prestaciones de desempleo, pero es la quinta semana consecutiva de destrucción de empleo.

Además, varios factores hacen que expertos como Maria Flynn, presidenta de la organización Trabajos para el Futuro, que ha hablado con The Wall Street Journal, adviertan que «estos números increíbles enmascaran mucha de la demanda real».

Los problemas de acceso a los teléfonos y páginas web donde se realizan las solicitudes de prestación de desempleo, por ejemplo, están ralentizando los datos exactos, además de dificultar que los parados reciban sus ayudas. Un caso escandaloso es Florida, donde han cobrado menos del 15% de quienes han logrado presentar la solicitud.

RESCATE HISTÓRICO / Los estados, además, han tenido que sumar a sus tramitaciones habituales las de parados que han conseguido protecciones federales establecidas en el rescate histórico de 2,2 billones de dólares que aprobó el Congreso, que cubre a trabajadores que antes no las tenían como subcontratistas y autónomos, aumentando el embudo. En Ohio, por ejemplo, esos nuevos parados no podrán reclamar la ayuda federal hasta mayo.

La situación se ve agravada por la realidad de millones de trabajadores más que sufren recortes de horarios o salarios. Y el impacto real e histórico del coronavirus en el mercado laboral es evidente, especialmente si se compara con la recesión de la última crisis financiera. Entonces, nueve millones de estadounidenses se quedaron sin empleo.

Cifras como las actuales no se veían desde la Gran Depresión, cuando el paro alcanzó el 25%, marca que los economistas predicen que se rondará en esta crisis. Y aunque varios estados aceleran la reapertura no se prevé que será a gran escala en el país en el futuro inmediato.