El Ejército sirio ha anunciado este lunes el fin de la tregua que imperaba en Siria desde hace una semana. El alto el fuego, que había sido puesto en práctica tras un acuerdo entre EEUU y Rusia, se había respetado de forma muy precaria. Además, todo indicaba que estaba herido de muerto después del bombardeo estadounidense en que por error murieron 62 soldados sirios el pasado sábado. El ataque fue duramente criticado por las autoridades rusas, que este lunes ya habían afirmado que el Ejército sirio era el único bando del conflicto que respetaba el acuerdo, ya que los rebeldes, a su juicio, lo incumplían, y que eso era algo que no tenía sentido.

El alto el fuego ha terminado y, en estos siete días, a las zonas asesiadas de Alepo no ha llegado la ayuda humanitaria. Lo único que se ha recibido en los últimos días al este de Alepo, la parte de la ciudad siria bajo el control de grupos opositores al régimen de Damasco, han sido bombas. “Ayer (en referencia a este domingo) hubo bombardeos”, confirmó a este diario una fuente médica. En concreto, cuatro bombardeos aéreos que afectaron a los barrios orientales de Karam Al Jabal, Al Shaar y Al Sakhour. Estos se produjeron unas horas antes de que expirara, en la medianoche del domingo, un frágil alto el fuego en Siria, que cumplió la semana pasada cinco años y medio desde el inicio de los enfrentamientos.

Las sospechas sobre quién los llevó a cabo, tratándose de la zona rebelde de Alepo, recaen sobre los acólitos del presidente sirio, Bachar Al Asad, y sus aliados rusos, aunque el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos (un grupo de seguimiento de los acontecimientos en Siria que coordina un sirio afincado en Inglaterra a través de fuentes sobre el terreno) no señaló a ningún responsable. Tampoco se sabe mucho más que que dejaron “varios heridos”.

Mientras, un convoy humanitario de las Naciones Unidas compuesto por 20 camiones continuó estancado a las puertas de Siria en el sur de Turquía. El cargamento serviría para alimentar a 185.000 personas durante un mes, según el vicesecretario general de la ONU para Asuntos Humanitarios, Stephen O'Brien. Habría sido el primero de los dos que la ONU tenía previstos para la ciudad septentrional siria.

Según O'Brien, “hasta 275.000 personas están atrapadas (en Alepo) sin comida, agua, tratamiento médico o alojamiento en condiciones”.

Sin embargo, las Naciones Unidas han manifestado no contar con las suficientes garantías de seguridad por parte de los beligerantes como para proceder con el reparto de ayuda, que lleva una semana varada en la frontera turco-siria.

“Espero que todas las partes del conflicto y aquellos que tienen influencia sobre ellos vean el convoy como una oportunidad de avanzar”, indicó O'Brien a través de un comunicado, al tiempo que reclamó que “la ayuda humanitaria debe ser neutral, imparcial y estar fuera de agendas políticas o militares”. El diplomático también lamentó que “millones de civiles sirios continúan enfrentándose a carencias y a violencia, en especial aquellos atrapados en zonas asediadas”.

La ONU busca también repartir ayuda en otras zonas de difícil acceso, pero asegura no haber recibido de Damasco los permisos necesarios. En el caso de Alepo, el corredor humanitario depende de la desmilitarización de Castello Road, la arteria que da acceso a la zona rebelde de la ciudad. Rusia ha afirmado que sus socios sirios han cumplido su parte del trato y se han replegado, pero grupos insurgentes en la ciudad citados por la agencia de noticias Reuters señalaron no haber notado estos movimientos en las filas enemigas y descartaron un repliegue hasta poder certificarlo.

La frágil tregua siria, que excluye posibles ataques sobre posiciones del Estado Islámico y otros grupos yihadistas, no había sido renovada en el momento de cerrar este texto.